3:

169 8 0
                                    

Narra Nau:

Acelero aún más con la moto. Me da rabia, mucha. Estoy seguro que ellos también son de naturaleza humilde como yo aunque quieren aparentar que no. Doy una patada a la moto haciendo que caiga al suelo y me tumbo en este. Cierro mis ojos. Cuando siento que alguien golpea mi hombro los abro.

-¿Que haces aquí?-la miro.

-Estaba con mis amigas y te he visto darle la patada a la moto.

-No deberías estar tan tarde fuera, ve a casa.

-Se cuidarme sola.

Asiento.

-¿Que te pasa hermano?

-Una pelea con unos riquillos.

-Siempre es lo mismo, se olvidan de que un día ellos fueron pobres.

-Si.

Miro a cada una de sus amigas. Una de sonroja. Otra agacha su cabeza avergonzada y otra simplemente me observa de arriba a abajo. Lastima que sea menor de edad.

-Me piro.

-¿Ya te vas? Quédate un ratito mas por favor...

Río por su inocencia, niego con la cabeza y sacudo mi pantalón.

-Lo siento pero hoy no puedo, tengo cosas que hacer.

Levanto mi moto del suelo que por suerte no tiene ningún rasguño, me monto en ella y salgo rápidamente tras arrancar hasta el sitio en el que había quedado con los narcos.

-Por fin llegas.

-Ya sabes que siempre vengo a la hora que me da la gana, no empieces.

Gruñe. Me da el maletín con el dinero y yo le entrego la droga. Le abro para comprobar que está todo el dinero.

-Aquí falta dinero-saco mi arma-dame todo lo que falta o no hay trato.

-No te conviene eso, ya no obtendrás dinero de mí y estarás muerto antes de que llegues a disparar la bala.

-Peor para ti, te quedarás sin el que te consigue y trae la droga, yo estaré muerto si pero tú tendrás a unos cuantos miles de jefes detrás que estoy seguro que no les hará ninguna gracia que acabes con su mayor mula.

Se acojona. Me entrega más dinero y lo cuento, esta todo. Guardo el maletín y subo en mi moto. Idiota, en realidad no faltaba nada, que fácil es de engañar.

Narra Negin:

Mi padre me obliga a finalizar la fiesta aunque los invitados se sientan ofendidas. Sube las escaleras conmigo a rastras y una vez dentro de mi habitación me tira de un empujón al suelo.

-Si-murmuro.

-¿Cómo te acercas a ese hombre hija?¿Que van ha pensar de nosotros si ven que estás liada con el?
Yo:Estáis sacando las cosas de contesto, ¡Ni siquiera le conozco!
Papá:Hija, estás a punto de casarte, no puedes ir con cualquiera por ahí.
Yo:¿Me escuchas? Que ni siquiera le conozco papá pero aún sin conocerle estoy segura de que es muchísimo mejor persona que ese-señalo a Marcos-

Mi padre golpea mi rostro. Un hilito fino de color carmesí baja por mí labio, me ha vuelto a abrir la herida de la semana pasada.

-¡Estarás encerrada aquí hasta próximo aviso!

-¡No puedes hacer eso!

-¿Que no? Ahora verás...

Va hacía la puerta y antes de que yo pueda salir tras el consigue cerrarla. Oigo como hecha la llave y yo caigo en el suelo de rodillas. Mi labio arde. Voy hasta el baño y me miro la herida que se ha hecho más grande.

-Déjame que te cure.

-No quiero nada tuyo, gracias.

Me obliga a girarme y le apartó asqueada. Me obliga a sentarme en el retrete y me cura.

-¿Que mosca te ha picado ahora?

-¿Cómo?

-Te mantienes indiferente ante los maltratos de mi padre pero ahora me estás curando, ¿Porque?

-Simplemente no quiero que tengas marcas en tu hermoso rostro el día de nuestra boda.

Limpia el hilito de sangre. Apartó su mano y le obligó a salir. Me repugna que solo miré por sus intereses.

Mi dulce tentación.Where stories live. Discover now