O1ミ

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- ¡Richie! ¿Sales? -gritó Eddie, esperando a que el bocazas saliera de la ventana y se escapara con él, así ambos se irían al acantilado con el resto de los Perdedores

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- ¡Richie! ¿Sales? -gritó Eddie, esperando a que el bocazas saliera de la ventana y se escapara con él, así ambos se irían al acantilado con el resto de los Perdedores.

Pero llevaba diez minutos allí, esperándolo en su bicicleta. Richie solía ser muy impuntual, pero tratándose de Eddie, jamás se demoraría tanto.

Eddie apretó los labios y bajó la cabeza. Miró la casa de nuevo, impaciente. La bicicleta de Richie estaba en el patio, pero no había indicios de que podría estar allí. Probablemente habría de estarse cogiendo a una de las amigas de su padre, como el bocazas presumía a diario aunque no fuese cierto, pero la sola idea de pensarlo le provocaba náuseas. O, quizá, estaría discutiendo con su padre de nuevo por no darle el encendedor de cigarrillos personal que le prometió de cumpleaños el año pasado. Cual sea la razón, Eddie se estaba hartando.

Suspiró y estaba a punto de irse pedaleando, hasta que un golpe de césped y un ouch le detuvieron. Miró de nuevo el patio. En afirmativo, era Richie. Estaba corriendo hacia él a gran velocidad, sosteniendo la bicicleta.

- ¿Por qué mierda te demoraste tanto? Llevo años aquí -reclamó una vez llegó a él.

- Lo siento, mi amor, he estado ocupado -se subió a su bici.

- Oye -observó atento a Richie, quien le miró inmediatamente-, ¿por qué tienes los ojos rojos?

- Ah, ¿esto? He estado fumando. -comenzó a pedalear rápidamente- ¡El último en llegar come pitos!

- ¡RICH! -trató de seguirle la velocidad.

No lo juzgues. ¿Cómo iba a decirle Richie a Eddie que había estado llorando toda la noche porque lo vio riéndose del nuevo chico gay de la escuela? No podía evitar ponerse en el lugar del chico si Eddie descubría que era maricón.

- Eu, Rich. -llamó Eddie, a lo cual el otro hizo un sonido para afirmar que lo escuchaba- ¿Oíste lo que pasó hoy en la mañana, detrás de la escuela?

- No, porque no soy una vieja chusma como tu madre.

- Beep, beep -silenció-. Mientras nosotros teníamos Historia, oí que Henry y sus gorilas estaban golpeando al nuevo luego de haberlo visto coqueteándole a un chico. El tipo salió corriendo y al nuevo lo encontraron desmayado. ¡Maldición!, hubiese sido genial estar ahí, de no ser porque alguien provocó a la profesora y nos asignó castigo a todos.

Richie miró con sorpresa a Eddie. Se distrajo en su pedaleo y perdió el equilibrio, pero enseguida volvió a estar firme y con la mirada al frente mientras le hablaba.

- Joder, ¿hablas en serio?

- ¡Sí, hablo muy en serio! ¿Qué con la maldita necesidad de hablar de la vagina de una mujer de 45 años y compararla con una llanta desinflada, Rich? Eso es asqueroso e incompetente.

- Hablo del nuevo, ¿está muerto?

- Pf, claro que no. Ojalá. No asistirá a la escuela por un tiempo, se ve que le han dejado muy mal. De todas formas, se rumorea que Bowers suele ir a su casa para joderlo cruelmente. Bah, ¿"cruel"? Ese tipo se lo merece. ¿Cómo se le pasó por la cabeza tratar de coquetear con otro chico? -hizo un ademán con su cabeza, rodando los ojos- Sabiendo que ante los ojos de Dios no está bien. -miró a Richie unos breves momentos- Tú, siendo creyente, quizás sepas que lo que hablo.

Oh, claro que sabe de qué hablas. Richie se ha mirado innumerables veces al espejo de su cuarto y se ha odiado a sí mismo por la forma enfermiza en la que te ama. Se ha golpeado y abatido contra sí mismo como si golpease la cara del mismo Pennywise, pero con mucho más odio. Se ha arrodillado frente a la cama y ha rogado la disculpa de Dios por cometer el peor de los pecados. Cada vez que va a la misa en los domingos, se siente mucho peor sabiendo que traicionó su mayor creencia. Y aún así, al verte en una mañana es como si Dios ya no existiera; como si no le importase la religión ya más, y sólo quisiera lanzarse a ti. Pero tus palabras le recuerdan fríamente que Dios no perdonará jamás ese pecado.

- Oh, sí. Entiendo. Es cool.

Richie quería llorar.

- Lo sé. -suspiró- Bien, supongo que no puedes cambiar la mentalidad de uno a palizas. Ir a la iglesia podría sanar esas malas mentes. No todo es violencia, necesariamente.

- Para de hablar.

- ¿Eh?

- Me enfermas.

- ¿Por qué?

- Haces que comience a odiar a mis padres.

- Lo siento, no era esa mí intención. Sólo estoy opinando.

- No opinas, lo estás afirmando, Eds. -suspiró- Lleguemos cuanto antes, tengo los talones jodidamente rojos.

- En serio lo siento.

- Nah, ya pasó. De todas formas, admiro a mis padres por haber sido tan valientes de amarse mutuamente en un pueblo como Derry. Pero, claro, no es que me parezca bien lo que hacen...

- Entiendo.

Hubo un silencio sepulcral. El único perceptible era el rodar de los pedales y las ruedas de las bicicletas chocando contra el pavimento. Richie miró a Eddie unos instantes. Quedó tan cautivado por su belleza que, inconscientemente, conducía con torpeza, y sin embargo no podía dejar de verle.

- Eds.

- ¿Mhm? -indagó sin mirarle.

- Si no puedo tenerte a ti, ¿me dejas tener a tu madre?

- Eres un idiota, Tozier.

- Oh, my heart! Tus palabras me han dado como punta de pistola. Deparo hasta la muerte y prefiero irme con vuestra madre, Kaspbrak -imitó la voz de un inmigrante inglés. Richie siempre fue excelente imitando voces.

- ¿Quieres callarte de una vez? -bufó con fastidio, aunque con ciertos aires de gracia.

- Lo siento, bebé. Sabes que soy un fastidio cuando se trata de ti.

Eddie rodó los ojos y se adelantó un poco de él para cortar distancia. Richie, sin embargo, no pudo evitar sonreír cuando percibió un precioso rubor subiendo a sus lindas mejillas.

«Tal vez, sólo tal vez, pueda conquistarlo -pensó él-. Sí. Debo dejar de llorar como una niña y lanzarme al frente». Parecía tan sencillo decir lo fácil que sería. Pero Eddie era en extremo homófobo. Aún siendo amigo de él por tantísimo tiempo, si se lanzaba de una podría quedarse solo. Quizás para siempre.

Y Richie no quería quedarse solo.

gay ; reddieWhere stories live. Discover now