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sept. ; 2016
Aún después de casi tres décadas, los recuerdos parecen disolverse con mayor facilidad desde que Richie comenzó a popularizarse y se había vuelto prácticamente una celebridad. Y era exactamente igual a como lo había deseado de niño: con vinos caros, un departamento de lujo, sexo todas las noches con chicas más jóvenes que él.
Había sido una etapa difícil considerando que el mundo aún no ha avanzado lo suficiente para aceptar algo tan común como la homosexualidad, y la prensa lo comería vivo si descubriera lo que es. Por eso intenta disimularlo lo más creíblemente posible en cada uno de sus shows, y reprimirse era en verdad una puta mierda. Es decir, era algo injusto poder hacer sonreír a veinte mil personas cuando él ni siquiera podía ser feliz.
Pero no podía quejarse de su estilo de vida. Parecía que la suerte decidió sonreírle compensando el haber abandonado su lugar natal. Lo único que le hacía falta y tanto le molestaba no tener era amor, romántico y paternal, porque no pudo olvidar lo mucho que había llorado cuando sus dos padres, Want y Robyn, fallecieron en el mismo incendio de un prestigioso bar cuando él solo tenía 21 años.
Imagina lo horrible que debe ser el hecho de que las únicas personas que te han aceptado a lo largo de tu mísera vida y te han acogido en un cálido hogar, mueran al mismo tiempo.
— No pienses en eso. —se murmura, mirando el reflejo de sus ojos fijamente, como si tratara con otra persona.
Cabe mencionar también que Richie ya no cree en Dios. Se ha vuelto completamente ateo, y eso le generó buenos cambios en su vida también, tanto morales como espirituales. Porque ahora siente que puede amarse sin tener que preocuparse por ser castigado o una mierda así.
Acomoda el corbatín de su traje y vuelve a mirarse en el espejo de su camarín, ajusta sus gafas y se observa a sí mismo con una sonrisa en el rostro.
— Te ves bien, Tozier.
¿Y qué decir de su ego? Nunca ha cambiado.
Luego de sus preparaciones, se propone a salir por la puerta y caminar en dirección a los pasillos donde yacen estilistas, grabadores, su mánager y otros profesionales a los que decidió pasar de largo para evitar interrogantes de por qué se había demorado tanto en su camarín.
Se abre paso y cuando la voz de presentador anuncia su nombre, se deja ver sobre el escenario y saluda al montón de público que, sin dudarlo, comienza a gritar y a aplaudir frenéticamente a medida que él se acerca al micrófono en medio de la instalación.
Cuando mira hacia el frente, todos sus años en el mundo de la comedia pasan frente a sus ojos y su sonrisa se extendió a una llena de orgullo. Sabe que su padre estaría muy orgulloso de él si aún estuviese en vida.
— Hola a todos. Uh… mi novia me descubrió masturbándome con el Facebook de su amiga. Sí, hum, estoy en "Masturbadores Anónimos". —las risas estruendosas no tardan en aparecer.— Así que la miré de frente y le dije: "¡Me llamo Richie Boca Suc–
