ミ18

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Cuando Richie aterrizó en Maine a las dos de la mañana, sus nervios parecieron alterarse drásticamente

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Cuando Richie aterrizó en Maine a las dos de la mañana, sus nervios parecieron alterarse drásticamente. Nunca en su vida se había sentido de esa forma.

Eran demasiadas sensaciones que quizá no había experimentado desde su niñez; miedo, confusión, nerviosismo, curiosidad, y un profundo arrepentimiento cuando desde la ventana de un taxi vio al avión despegar y desapareciendo de su vista, haciéndole saber que no había vuelta atrás.

Quería regresar. Comenzaba a pensar que lo que estaba haciendo era una gran estupidez. Ni siquiera recordaba bien a Eddie, tampoco sentía nada por él, ni si era igual que cuando era niño. Las personas cambian con el tiempo, y en su caso habían pasado casi 30 jodidos años, ¿estaría vivo siquiera? Y si lo está, ¿se habrá comprometido con alguien más? Esas preguntas y más le carcomieron.

— Primera vez, ¿eh? —escucha esa voz, llamando la atención del de gafas.

— ¿Qué?

— Aquí, rumbo a Derry. ¿Es tu primera vez? —repite el conductor del taxi, con el objeto de iniciar una conversación al ver al comediante tan inquieto.

— Eh... no, viví cuando niño ahí. —aclaró, sin muchas ganas.

— Oh, yo también. —ríe por lo bajo— Menuda mierda de pueblo, eso sí.

— Sí. —musita, de acuerdo con su comentario, hasta que se le ocurre preguntar— ¿Ha cambiado mucho ahora?

— Oh, amigo, no tienes idea. —se mofa, negando con la cabeza— Crecieron los edificios y hay más tiendas. La gente viene a mares y se han instalado muchos hoteles, incluso la tasa de tragedias se ha reducido. Este pueblo solía ser un desastre, ahora es una jodida trampa turística.

«No por mucho tiempo», pensó Richie.

— No extrañé este lugar en absoluto. —responde el comediante, con labia— La gente de aquí es asquerosa y prejuiciosa. Además, la cantidad de muertes que ha habido aquí es descomunal. Yo aún me entierro en el pasado porque no confío en el presente.

— Oh, amigo. —ríe amablemente el conductor— No importa cuánto haya cambiado, todos estamos muertos en Derry.

Esas palabras desconcertaron a Richie. Sin embargo, no se deja influenciar y concluye la charla con un vago asentimiento de cabeza, devolviendo la mirada hacia la ventana.

Quince a treinta minutos después pasaron, y el taxi frenó al frente de un hotel con la grabación de las cuatro estrellas en el muro de la instalación. Richie se sintió satisfecho porque Mike le hiciera el gran favor de reservarlo un lugar decente en el cual hospedarse. Realmente esperaba el que valiera la pena arriesgar su vida en esos instantes.

Porque desde aquella llamada, no podía dejar de pensar en Eddie.

No recordaba absolutamente nada de él, pero sentía la necesidad de revivir esos recuerdos de la niñez. Algo dentro suyo le decía que debía reconstruir el grandísimo afecto que sentía hacia él y, por supuesto, hacia sus grandes amigos.
Que, por cierto, ¿cómo podrían estar después de casi 30 años? ¿Qué habrá de ser la vida de Stanley después de tanto tiempo?

gay ; reddieWhere stories live. Discover now