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Había llegado el día

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Había llegado el día.
Ese maldito día.

Richie se encontraba con el resto de los Perdedores, todos vestidos con demasiada formalidad como para andar en bicicletas. Pedaleaban hacia la casa de Kaspbrak, para ir a recogerlo e ir en grupo a la fiesta. Eran eso de las siete de la tarde, y Richie todavía ni se dignaba en hablarle a Bill.

El cielo había ennegrecido demasiado pronto para ser verano, y el calor era sofocante, así que Richie ya se había soltado un poco el moño que tanto le había costado amarrar y desabotonó dos de los botones de su camisa, además de andar con el cabello revuelto y descuidado. Sólo esperaba que Eddie no lo corriera a patadas por estarse así.

Bev notó cómo Richie temblaba y su bicicleta estaba por desviarse del camino, así que se acercó y llamó su atención.— Tranquilo, Rich. Te irá bien. —musitó, dulcemente.

Ella llevaba un precioso vestido bordó con zapatos sin tacón y una brillante diadema. Richie pensó que Ben era demasiado afortunado de asistir con ella, aún siendo nada más que amigos, que era lo triste. Se veía lo mucho que el pequeño estaba encantado por Bev.

— ¿De qué hablas? Pf, estoy bien. —rió con falso egocentrismo— Es decir, ¿por qué habría de estar nervioso? Sólo voy a decirle al amor de mi vida una verdad que le he ocultado por casi cinco años, no es la gran cosa.

— Hey, sólo tienes que bailar con él y cuando sientas que es el momento, escúpelo. Las probabilidades de que él se niegue a ti son casi escasas. Ve pensando tus palabras, ya casi llegamos.

— ¿Y-ya? —miró hacia el frente y, en afirmativo, estaban a una esquina de la casa de Kaspbrak. Su rostro se tornó perlado del sudor.

Entonces se estacionaron, y Richie subió los  peldaños tirando su bicicleta por ahí. Los otros Perdedores esperaron debajo, porque sabían que debían darle su espacio al bocazas para permitirle el habla. Entonces el pelinegro, a pasos lentos y desesperantes, presionó con un dedo el timbre y rápidamente se abotonó la camisa, escupió en sus manos y se peinó con torpeza el desastrozo cabello.

Entonces la puerta se abrió, y el corazón de Tozier explotó en ese mismo momento. Frente a él, estaba el ser más hermoso que podría haber visto nunca antes; un chico con esmoquin celeste, moño negro tonalizando al marrón, con el cabello extrañamente sin peinar al extremo como Richie tenía pensado antes de tocar, pero sin perder su brillo; esas pecas esparcidas en su rostro como montones de estrellas, y bajando la mirada llevaba una pulsera con los colores del arco iris. En el bolsillo de su traje, podía acentuarse el pequeño bulto que el de gafas asimiló con un inhalador.

Ambos intercambiaron miradas, se inspeccionaron en silencio y sólo Eddie sonreía, porque Richie estaba demasiado tenso como para mover su rostro.

— Vaya, Richard "Bocazas" Tozier vestido con formalidad, ¿quién lo diría? —negó divertido el asmático— Te ves bien, pero tu pelo es un asco.

gay ; reddieWhere stories live. Discover now