Leaves

809 54 3
                                    

Otoño, una época que ahora le resultaba tan peculiar y extraña, no solamente porque las hojas anaranjadas parecían caer con más lentitud que costumbre, o que el ambiente ya no le pareciera tan horripilante como otros años, sino que era el hecho de tenerlo frente suyo, en el mostrador, riendo y platicando como si no hubiera más personas en el universo. Aunque debía admitir, era algo cercano a eso, no existía persona alguna en la tienda y para su persona, prácticamente eso era un mundo en casi solitario.

Miró la bebida caliente ajena, luego la propia, tratando de imaginar más allá del clima y de las palabras que hacían eco en su persona; ¿por qué se estaría esforzando tanto en platicar aún a sabiendas de su horario más que ajustado? ¿Por qué aún su corazón no se sentía exhausto? ¿Por qué era tan...agradable? No importaba si con anterioridad habían discutido sobre una palabra y su correcta pronunciación, o si acababa por tener un dolor de cabeza ante su falta de atención.

Estaba pasando un buen momento, o al menos, lo que conoce de uno.

« ¿Estás bien?» una pregunta que lo devuelve al exterior de sus pensamientos, provocando que parpadee consecutivamente hasta poder enfocarlo. «No estás en un viaje astral sin guía, ¿verdad?»

Desconcertado, solo puede mirarlo algo extrañado. « ¿Por qué estaría en medio de un viaje astral si estoy trabajando?» la risa ajena avergonzada solo lo hace esbozar una sonrisa, comprendiendo que eso no era algo nuevo para el contrario. Y debía admitir que no esperaba otra respuesta. «El único viaje que haré, será cuando haga mi cambio de turno».

Incluso si eso no era un chiste, la risa contraria provoco que el mismo se riera de su propia miseria, más que nada, por una resignación que estaba siendo bien tomada. Cosa que seguía siendo extraño, sobretodo, por la ausencia de una crisis o estrés excesivo que le hubiese hecho llorar en ese momento del relato; no era como cuando se evidencia/lo evidenciaban, está vez es muy distinto, porque tiene una compañía que halaga su gran capacidad de drenar su tiempo libre en 38 trabajos.

Y por increíble que pareciera, ese reconocimiento lo ponía de un humor que describiría como "una felicidad absurda".

«Larry».

Nuevamente la voz ajena lo trae a la realidad, aunque ahora no puede evitar reaccionar en automático, presentándose y preguntando en qué puede ayudarle.

No era necesario especificar lo estúpido que se sintió cuando la burla de Steve fue su contestación.

«Lo siento, lo siento. Es solo que―» las risas continuaron, por lo cual cubrió sus labios para que no se viese maleducado. « ¿Cuántas personas has atendido hoy?».

Tiene que darle créditos, sabía cómo disimular un descuido verbal.

Solo por ello, le cobraría su bebida como si fuera un trabajador de ese lugar: el mismo precio, calidad medianamente decente.

Y debía admitir, no quería irse ni quería dejarlo ir, porque era agradable estar fuera de su burbuja.

Pero el trabajo exige su presencia.

Peace, Love and WorkWhere stories live. Discover now