Stars/Night sky

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Como un confidente, el cielo nocturno se presenta como un acompañante silencioso, quien a pesar de iluminar con las estrellas, tal luz no interrumpía la conversación amena que desenvolvía gestos apenados de vez en cuando. Era tan grata la oscuridad, tan grato la "soledad" que los acompañaba, que podrían escuchar sus pensamientos mutuos e incluso, predecirlos. No existía algo más que ellos, no podría haber menos que sus cuerpos contraídos ante el temor de siquiera rozar sus manos.

Al menos su parte, estaba tan temeroso de siquiera intentar tomar su meñique, sobre todo, porque aún no sabría cómo explicar todo lo que ocurría a su alrededor; por más que intentaba crear excusas para huir, alejarse por un rato, acababa insertando un "pero" para tales pretextos imaginarios, porque su boca articulaba más de lo debido, porque algo lo empujaba a salir de su zona aunque por las noches le hiciera sudar frío. De hecho, a pesar de poder conversar como una persona civilizada, al mínimo silencio, temblaba completamente por dentro, "aullando" de pavor al sentir que era quien no encajaba, de alguna manera, en esa correlación de "amistad" que lo hacía sentir tan nervioso e inseguro.

Por supuesto, no era culpa de su acompañante, simplemente, su valentía y seguridad se agotaban como su salario a la hora de hacer los múltiples pagos que lo condenaban a ser un trabajador sobreexplotado. Por más que pudiera tenerlo, en un punto, se desgastaba con cualquier acción que el temor pudiese aprovechar.

Como ahora, que el silencio gobernó entre ambos, y sus vistas se dispersan lejos de ellos; observó los gases luminosos, tratando de respirar el aire que probablemente ya no existe en sus pulmones. Siente que sus palmas hasta los dedos sudan, y que su frente comienza a hervir. ¿Podría ser peor? Quizás sí, podría hacerlo peor, quizás ya estaba sucediendo lo peor, tal vez ya no sabía que otra cosa en común podrían dialogar, o era demasiado aburrido para intentar sacar un tema de conversación que no fuera su trabajo.

La noche lo envolvió, y su persona creyó que irse sería lo mejor.

Hasta que un pequeño roce en sus manos lo despertó, casi de un sobresalto, consiguiendo una disculpa ajena por haberlo asustado, y un pobre intento de su parte para explayar que el acto era su propia culpa por encontrarse distraído en una salida que los llevaría a conocerse mejor, o al menos, lo que acordaron que sería esa velada llena de silenciosos que coloraban los rostros.

Mil disculpas aparecieron, y ninguno sabía cómo cerrar la boca de nuevo, hasta que sus manos se sostuvieron en un "descuido" que acabo por silenciar hasta los enloquecidos latidos; "trataban" de separarse, o al menos, eso querían disimular, porque mientras más pasaban los segundos, menos era la necesidad de dejarse ir, sin importar la imposibilidad que ello conllevara. Tan solo necesitaba disfrutar y abandonar la idea de buscar la lógica en algo que seguía sin deslumbrar en totalidad.

Se sentía completamente seguro con él.

Peace, Love and WorkOù les histoires vivent. Découvrez maintenant