Swing

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«Pero qué demo―».

«Pensé que lo habías perdido».

La voz de su ex pareja de cierta manera le hacía sentir que no estaba loco, porque la misma incertidumbre permanecía impregnada en la boca de ambos.

Los dos se conocían bastante bien como para saber que por más distraído que estuviese, no olvidaría algo tan importante como eso. «Yo―, no sé cómo llegó hasta aquí» volvió a palmear los bolsillos de su pantalón, negándose a los hechos. Intentó abrir de nuevo su boca, con tal de dar una innecesaria explicación, sin embargo, la mano de Karen sirvió como un calmante que le suplicaba ahorrar las palabras para algo que fuera verdaderamente importante.

«Quizás alguien lo encontró por aquí y decidió entregarlo».

Un procesamiento lógico que lo mantenía escéptico.

Considerando el valor actual de la reliquia, sumado a lo complicado que era adquirirla con un salario promedio, no cualquiera tendría la necesidad de entregarlo, en especial, al no contener una caja que lo recubriera y lo hiciera ver como una propuesta urgente; sus manos sostuvieron su barbilla, continuando con la evaluación de la escena.

«Pudo ser el hombre de la camisa teñida, parecía buscar a alguien, pero se fue después de acercarse al mostrador».

Los pensamientos frenaron, y su corazón se mantuvo al borde de gritar su nombre.

«De casualidad, ¿usaba sandalias y una coleta de caballo?» procuraba sonar normal, como si tales preguntas fueran una casualidad que cualquiera podría haber mencionado.

«Sí, también un pantalón acampanado. Creo que lo he visto pasar cerca de la tienda orgánica antes».

Definitivamente, esos detalles describían a la única persona que existía en ese momento en su mente.

«Karen» cogió sus manos con cuidado, mirándola con un toque de nostalgia y felicidad. «Eres la mejor».

«Lo sé» la risa de la fémina le recordaba que siempre serían inseparables, aun si el amor que se tuvieron se reducía a una amistad íntima. «Vamos, te cubriré mientras lo buscas. Parece que tienes algo importante que decirle».

«No sé qué haría sin ti».

«Doble turno si no te vas ahora».

No lo dudo más, y tras esa "amenaza" salió en búsqueda de la persona que, sin saberlo, le había salvado la vida al llevarle aquello, sin importar su abrupta retirada de las horas nocturnas que compartieron juntos. Quería participar en la vida de su amiga, como al mismo tiempo, hacerla consciente de las cosas que ahora pasaban; todos necesitaban un confidente, y como su persona lo fue para la nueva relación de esta, su persona necesitaba una voz razonable para los sentimientos profundos del ahora.

Porque alguien debía decirle directamente lo que ya era obvio cuando lo veía, como ahora que lo observaba en los columpios del parque, ajeno a su alrededor al mismo tiempo que se aferraba a la realidad.

Cosa que le pareció extraña, incluso para Steve.

Se acercó dudoso, pero con la intención de intentar una conversación fugaz pero grata, cosa que no consiguió, sobre todo, cuando los labios ajenos pronunciaron una despedida sin caducidad.

Peace, Love and WorkWhere stories live. Discover now