Soft

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Volvió al día en que realmente se conocieron.

Las luces artificiales eran remplazadas por los rayos del sol que se colaban ansiosos por los transparentes cristales, y los clientes, en su mayoría, eran personas dispuestas a gastar cantidades absurdas con tal de demostrar en Elmore plus los "verde" que eran para después cruzar la calle en búsqueda de una hamburguesa; su vestimenta era más fresca que en otras circunstancias, y las plantas aromáticas le permitían un escape del olor a café estancado de las máquinas de la gasolinera.

No era su lugar favorito en el mundo, pero se asemejaba mucho a unas vacaciones sí solo se concentraba en los diferentes olores de las especies, tan exóticas como pestilentes, en ocasiones. De cierta manera podría fingir que estaba en un lugar desconocido hasta que alguien pregunte sobre el producto que consume.

Justo como él lo hizo.

Sus miradas no resultaban tan ajenas, más que nada, por sus anteriores encuentros efímeros. Lo podría reconocer de vista por sus llamativa manera de vestir, además, su voz era familiar desde el momento en qué discutieron una pronunciación que no se resolvió para ninguno de los dos. Antes de que siquiera pudiera intentar armar la típica oración de bienvenida, los blanquecinos labios se le adelantaron, agradeciendo en un principio por su trabajo para luego exponer su gran amabilidad y tolerancia; su pecho sintió una punzada, y en su rostro emergió la confusión más placentera que recuerda.

Sus palabras se difuminaron, solo era capaz de observarlo al punto de perder el hilo de la conversación fingida que en su mente reproducía, por lo cual acabo mencionando su propio nombre cuando el otro preguntó sobre su estado, ocasionando una risa baja en el contrario que contagio a la propia, que a pesar de ser más nerviosa, estaba cómoda.

Luego se presentaron, como si nunca se hubiesen visto.

Y ahora...ahora ni siquiera puede decir su nombre sin sentir que tiembla.

¿Cómo algo tan suave podría dolerle tanto?

Disipó cualquier oportunidad de imaginarlo, cayendo en la negación que el miedo creaba hasta en lo más débil de su aliento; el amor era algo más complejo que unas palabras entrecruzadas en un momento y lugar inesperados, era una secuencia de cambios químicos en el cerebro, eran interconexiones estructuradas que a la vez, parecían estar conectadas por mero descuido del momento. Era un procesamiento lento, que muchas veces, resultaba inconsciente hasta que alguien lo volvía consciente.

La miró, buscando un refugio, el cual por supuesto se negó a ofrecer en primera instancia, porque ella resultaba ser quien revelaba cada arrebato de inseguridad que su persona emanaba.

Tal vez sí estaba enamorado, como también, no estaba preparado para estarlo.

O más bien, estaba asustado de amarlo de alguna forma; aceptar dicha realidad era admitir que desconocía quien era, al menos la parte que creyó conocer durante años, dado que era otra persona con él, alguien quien se sentía tan familiar como ajeno de sí.

Era alguien libre aún si poseía sus cadenas.

Peace, Love and WorkWhere stories live. Discover now