Capitulo 3.-

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Hola, disculpen la demora, al fin pude finalizar el capítulo, espero les guste e intentaré subir la continuación muy pronto. Un gran beso y abrazo a la distancia. :]

Capitulo 3.-

Las vacaciones habían acabado, por lo que todo volvía a su habitual rutina. Martín se hallaba en la entrada del salón de clases, sostenía el picaporte dubitativo, la puerta se encontraba cerrada y no se atrevía a entrar. No era algo normal que el chico llegase tarde a clases, era un buen alumno y se destacaba por su responsabilidad. Pero ese día había algo diferente, sentía una extraña presión en el pecho que desencadenaba en su estómago, estrujando este con violencia.

Finalmente se atrevió a entrar, con la mirada recorrió el salón de clases, sus compañeros le observaban algunos con curiosidad, mientras que otros murmuraban y reían bajito por su intromisión. De pronto su mirada chocó con la de Miguel, fue en ese momento que sintió una inmensa pena, la mirada que le dedicó el peruano se hallaba cargada de reproche, enojo, desilusión...

- ¿Piensa quedarse todo el día de pies Hernández? — Con tono poco amigable cuestionó la profesora de historia.

- Disculpe seño. — Esbozó una sonrisa desganada. — Tuve un problema por eso llegué tarde.

- No te preocupes, siéntate y no distraigas la clase. — La mujer hizo un ademán con la mano para que el rubio se ubicará en algún puesto vacío.

Con paso rápido se encaminó hasta su puesto, de reojo miró hacia el lado notando que el de Manuel se hallaba vacío. Fue en ese momento que comprendió su extraño estado anímico, aunque doliera admitirlo estaba preocupado por el chileno. Se había excedido, lo sabía, no tuvo que haber actuado de un modo tan estúpido, ni mucho menos golpearlo, pero sus celos siempre lograban dominarlo, además Manuel tenía una actitud de mierda que lograba destrozar su escasa paciencia.

La jornada transcurrió con normalidad, al parecer nadie se percataba de su ausencia, solo Miguel y él, aunque ninguno se atrevió a tocar el tema, actuaron con naturalidad fingiendo que nada había pasado entre ellos. Cada día de esa maldita semana fue igual, ambos siendo consumidos por la angustia y preocupación sin tener noticias de Manuel.

Miguel a simple vista se notaba apagado, deprimido, demasiado silencioso para el gusto de Martín. Las actitudes de su amigo solo corroboraban sus sospechas de que algo andaba mal, mas, su orgullo le impedía preguntar.

A la salida se quedó sentado en la plaza que se hallaba cerca del colegio, se debatía consigo mismo en si ir o no a la casa de Manuel, después de una larga lucha interna decidió marcharse a casa, concluyó que era algo absurdo e hipócrita de su parte visitarlo, fingir que todo marchaba de maravilla entre ellos y que eran los mejores amigos de la historia.

En ocasiones como esta sentía como si dentro de su cuerpo habitaran dos personas tan jodidamente diferentes, una de esas personas cargaba con el remordimiento y la preocupación de saber cómo se encontraba… ¿Su amigo? Sin embargo la otra persona se mostraba apática, después de todo el chileno no era ni sería su amigo.

La situación de Miguel no era tan diferente a la de Martín, durante seis días llamó a Manuel, perdió la cuenta de cuantos mensajes le envió, aun así no recibía respuesta alguna. Estaba seguro que algo había pasado entre él y su padre, lo sabía porque escuchó la calurosa discusión que ambos sostuvieron días atrás. Al llegar a la puerta de su casa decidió no entrar, ya no soportaba la incertidumbre, necesitaba verlo, saber cómo estaba, que le explicase el motivo por el cual faltaba a clases y por qué no respondía a sus mensajes.

Golpeó reiteradas veces la puerta de su vecino, pese a que nadie respondía sabía que Manuel estaba adentro. Esperó pacientemente un par de minutos hasta que el chileno se dignó a abrir. Miguel, sin esperar a que este lo invitase a pasar empujó la puerta adentrándose en la casa.

"Tú + Él = Yo"Where stories live. Discover now