Capitulo 12.-

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Hola, aquí vengo a dejar un nuevo capitulo. Les tengo una buena noticia, el siguiente capitulo lo subiré el próximo lunes, de ese modo compensarles mis retrasos. Si les gusta el capitulo no olviden votar y comentar, un beso y un abrazo grande a la distancia.

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Capítulo 12.

Miguel caminaba a paso lento, su cuerpo a simple vista se notaba pesado, cansado. Sus manos cayendo a sus costados le daban un aire desganado y su mirada se notaba perdida, desorientada. Junto a él, en completo silencio caminaba Francisco, quién se ofreció para acompañarlo a casa. No podía dejarlo solo, no después de lo que sucedió. De reojos observó al peruano, le dolía verlo en tal estado, sin embargo, pese a quererlo tanto no apoyaba en lo absoluto su manera impulsiva de actuar.

Siempre notó las miradas especiales que se dedicaban Manuel y Miguel. Incluso lo notó desde antes de que aceptarán sus sentimientos, se sintió feliz por ellos al saber que estaban juntos, pero lo que jamás imaginó fue tal desenlace. ¿Cómo habían llegado a los golpes? ¿Por qué? Ambos tenían su porcentaje de culpa, Miguel por creer en Martín y dejarse llevar por sus celos, y Manuel, por no ser honesto y ocultar algo tan importante a quién era su pareja.

—Miguel— la voz de Francisco emanó con suavidad. Al no recibir respuesta por parte del peruano decidió sostenerlo del antebrazo con fuerza—. No te ves bien, sería buena idea que hablemos de lo que pasó.

—Ahora no Pancho, de verdad causa, no tengo ganas de hablar ni contigo ni con nadie—. Se encogió ligeramente de hombros—. No lo tomes a mal, necesito estar solo. Agradezco tú preocupación, pero no es necesario que continúes conmigo.

Sin darle tiempo a reaccionar, Miguel continúo con su camino. Francisco se quedó quieto en medio de la acera, observando como su amigo se perdía entre las personas que transitaban a esa hora. Era mejor no insistir, no deseaba hostigarlo con un discurso de moral, por lo que giró rápidamente y se encaminó a su propia casa. Después de vagar horas con el peruano se estaba haciendo un poco tarde, y de seguro sus hermanas estaban preocupadas por su ausencia.

Miguel finalmente llegó a su casa, antes de entrar tomó una gran bocanada de aire, finalmente giró la manija adentrándose en su cálido hogar. La sala estaba vacía, desde la planta alta se oía música, una burda canción de reggaetón sonaba con euforia. ¿Cuándo carajos su hermano entendería que debía poner esa música de mierda solo para él? Resopló molesto mientras arrojaba su mochila sobre el sillón.

—Hola mi amor—. Su madre salió de la cocina al oírlo—. ¿Qué pasó? ¿Por qué tienes esa cara? Tienes la mejilla lastimada, ¿peleaste con alguien?— La mujer angustiada se acercó a él.

—No me pasa nada, solo tuve un mal día—. Bajó la mirada, si su madre continuaba de ese modo no podría contener las lágrimas.

—No me mientas, Miguel. Soy tu madre y te conozco. No puedes decir que no pasa nada cuando estás temblando y al borde del llanto—. La mujer le rodeó con sus brazos, atrapando el tembloroso cuerpo de su hijo en un cálido abrazo. Justo lo que él necesitaba en ese momento.

"Tú + Él = Yo"Where stories live. Discover now