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Blanca seguía mirando el número anotado en el papel, sus ojos no se podían despegar de ahí. Estaba feliz por ver un número superior al seis.

-Su padre se alegrara muchísimo, señorita—hablo el chofer antes de que el vehículo pasara las rejas de la entrada.

Otra cosa favorable con respecto a ese papel era su salida del fin de semana. Estaba ansiosa por ir a la fiesta de Nick, por los pasillos se decían que eran las mejores, y por primera vez estaba invitada a una.

El chofer le abrió la puerta y ella fue corriendo a la puerta, abriéndola sin previo aviso y asustando a Harriet.

-Lo siento Harriet, ¿sabes dónde está papá?—la joven empleada trato de recobrar rápido la compostura.

-En su despacho.

-¡Gracias!—chilló luego de estar varios pasos lejos de la empleada.

Blanca dobló en uno de los cuartos y abrió de par en par la puerta de caoba que se interponía entre ella y su progenitor. El hombre quedó congelado, con el teléfono fijo en su oreja y su taza reposando en sus labios, sus ojos celestes parecían dos enormes bolillones de la sorpresa.

-Ah, si, genial... ¿puedes llamarme luego? Oh mejor, yo te llamo—colgó rápido la llamada y volvió a ver a su hija— ¿Y ahora por qué discutieron tu hermano y tu?

-Papá, acabo de llegar, ¿Cómo voy a discutir con él tan rápido?

-Todo es posible con ustedes dos—suspiró— Vale, ¿que sucedió entonces?

La rubia se acercó al escritorio dando saltitos y golpeó el mueble con la hoja, asustando nuevamente al adulto.

-Luck this—dijo orgullosa.

-Lo dijiste mal pero no importa cariño, aprecio el esfuerzo que aún mantienes—le acaricio la mano con delicadeza y una sonrisa de cansancio. Sus ojos se posaron sobre el número en rojo sobre el papel— ¿Un seis? Muy bien querida, buen esfuerzo.

-Papá, ya me conozco esa frase. Y estás viendo el número al revés—le dio vuelta el papel y se cruzó de brazos, no sin antes poner los ojos en blanco.

El hombre frunció el ceño para concentrar su vista y clavó sus ojos claros en el pedazo de papel que se le había entregado. Sus cejas se levantaron al instante.

-¡¿Un nueve?!—chilló.

-Aja, un perfecto nueve—aseguró la chica de cabello rubio con una sonrisa triunfante— ¿Estás bien?—pregunto preocupada al ver la sonrisa clavada en el rostro del hombre y que no cambiaba de expresión, hasta tenía miedo de que no estuviera respirando.

-¡Cariño!—gritó al levantarse de su asiento y correr hacia la puerta— ¡Cariño!

La mujer apareció por el pasillo con una expresión de desagrado, muy común en ella, y miró a su esposo con el ceño fruncido.

-¿Y ahora porqué gritas tanto?

-Tu hija, bah, mi hija. Como rayos quieras llamarle—contesto.

-¿Qué hiciste ahora?—ahora quedó ceño fruncido era totalmente para Blanca la cual preferiría hacerle la pregunta tan esperada a su padre e irse.

-No es tan...—hizo varias muecas con su boca, seguro buscando las palabras adecuadas sin ofender a su primogénita—...ya sabes.

-¿Hueca e irresponsable?

-También te quiero, mamá.

-¡Mira!—le acercó el examen al rostro, asustándola— ¡Otra nota alta!—chillo de alegria el empresario— ¿No es genial?

Just One More Kiss [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora