Capítulo 35

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Mierda... ¡Ya no siento en cuerpo! Odio la sensación de dolor al despertar. En buena teoría, dormir es un espacio sagrado para cualquier ser vivo en este universo donde todo lo malo del día se olvida y vuelves a despertar como nuevo; sin embargo, dormir en una carpa sin nada que separe tu columna vertebral del suelo sumado al maldito frío arruina totalmente la idea de despertarse sin ganas de llorar por horas.

Intento moverme pero siento como cada una de mis vértebras se queja con el movimiento.

-Mi padre en tanga- gimo del dolor, no puedo sentir la pierna derecha o brazo.

-¡Silencio!- el quejido de Anne me sorprende, creo que no soy la única de malhumor.

Hora de ser valientes, muevo mi cuello para poder recuperar algún tipo de movilidad pero no soy capaz de siquiera levantarme medio centímetro porque un peso se está incrustando en mi. Con la poca luz que entra por el material semi impermeable defino una mata de cabellos negros en mi estómago y unas fuertes manos me abrazan por cada lado.

Por una milésima de segundo, veo la escena con ternura y demasiadas ganas de tomarle una fotografía para enmarcarla en mi corazón pero luego mi lado oscuro me recuerda el jodido dolor que tengo dejando la escena en una escala de adorabilidad muy baja. Sin embargo, no me detengo a pasar mis dedos por su espalda desnuda.

Una sonrisa se forma en mis labios, su piel se siente dura contra mi contacto pero el calor que desprende es como una deliciosa llama ardiente. Deslizo mi mano hasta su cabello, ¡Diablos! es más sedoso que el mío.

-Puedes tomar un video- su voz ronca me detiene- No pares-

-Gruñón-

Vuelvo con mi masaje por su cabello pero con mi otra mano bajo por un lado hasta tocar su cadera para trazar pequeñas figuras. Un murmuro inaudible se escapa de sus labios así que continuo con mis caricias pero ahora aún más abajo justo donde llega el elástico de su ropa interior.

-Estás jugando con fuego Campanita-

-No tengo miedo a quemarme-

Sin decir más, levanta su cabeza para verme con esos ojos verdes que me vuelven loca. Una de sus manos vuela hasta mi cuello, siguiendo la forma de mis músculos con su pulgar. No puedo describir en palabras lo que su toque causa en mi sistema, es como si miles de explosiones me llenaran de calor y cada partícula de mi cuerpo me quemaba. Aparte es importante mencionar que todas mis hormonas se encuentran estallando de felicidad.

Con fuerza, logro sentarme hasta el punto que nos encontramos viendonos el uno al otro. Tomo su mentón con fuerza entre mis manos, lo obligo a levantar el rostro para atacar de una su cuello. Lo muerdo con fuerza para luego succionar la zona, haciéndolo gemir con fuerza. Sonrio con grandeza, es hora de que esta nena juegue.

Mis labios rozan los suyos con delicadeza, dándole un beso lento y casi tortuoso. La ansiedad es palpable en sus labios pero me niego a ceder aunque me esté volviendo loca el no poder devorarlo. Un poco timida, mi lengua sale para explorar. Inicio mi camino hasta su barbilla para luego bajar por su cuello pero para en seco.

Tengo una mejor idea, lo empujo con fuerza para que quede acostado y sin darle tiempo de pelear me monto en su pecho para evitar que se mueva aunque ambos sabemos que con un movimiento sería capaz de tirarme no le parece importar por su sonrisa pícara.

-Es hora de jugar-

Inicio a pasar mi lengua por su cuello otra vez pero ahora bajo con lentitud hasta su delicioso pecho. El frío contacto me da cosquillas pero continuo con mi trabajo, sigo bajando hasta llegar a su ombligo donde muerdo con delicadeza.

Mi Caos RusoWhere stories live. Discover now