Capítulo 40

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Una semana más tarde

Hasta ahora entiendo porque las personas definen el tiempo como relativo. Siento que mi cabeza da vueltas, han pasado siete días, cuatrocientos veinte horas, veinticinco mil doscientos segundos y demasiados segundos para contar.

-¡Nyx! es hora de despertar- la voz de mi hermano se escucha a lo lejos pero mis ganas de levantarme siguen estando pérdidas- Se que me estas escuchando vaga-

De la nada, una luz me cega. Cierro los ojos con rapidez y los abro poco a poco hasta acostumbrarme a la horrible blancura de la habitación.

-He dicho que es hora de levantarse- intento colocarme las mantas sobre la cabeza- Tienes que levantarte, no puedes seguir en lo mismo por tanto tiempo-

Intento prestarle atención a mi hermano, su cabello cae por sus ojos de manera desordenada mientras que pequeñas gotas de agua caen. De manera perezosa, levanto mi cuerpo hasta quedar sentada con una almohada como soporte universal.

-¿Nyx?- su mano toca mi mejilla con cuidado- Tu uniforme está en el baño, no tenemos comida pero vas a trabajar en una cafetería- intento sonreír pero no puedo- Yo tengo que ir a la universidad pero te veré en la noche- siento un beso caliente en mi cabeza- Nos vemos luego preciosa-

-No te preocupes hermanito-

Sigo con mis ojos a Apolo hasta que desaparece por la puerta. Mi cabeza se vuelve a apagar, sin embargo, se que es realidad lo que va a decir.

Levanto la cabeza hasta encontrarme con el espejo de la puerta, mi cara es un poema de mala calidad; mi nariz está más roja de lo normal mientras que mis mis ojos tienen unas gigantes ojeras moradas haciendo verme mucho más blanca de lo normal.

-Es hora de levantarse- me digo a mi misma.

Busco mi celular pero luego me doy cuenta que no quiero verlo. Muevo mis piernas hasta llegar al baño, necesito una ducha de agua helada para poder relajarme o al menos sentir algo distinto.

Pongo la ducha mientras me quito la ropa lentamente, al meterme siento como cada uno de mis músculos se contraen y relajan en cuestión de segundos. No se porque termino sentada en el piso de la ducha con toda el agua cayendo sobre mi rostro.

-No puedo seguir así-

Me paro con lentitud hasta quedar parada nuevamente, ahora más relajada salgo con cuidado para no resbalar. Tomo una toalla para secar mi cuerpo y cabello para luego ponerme cualquier ropa interior. Levanto la vista hasta encontarme con la ventana, el cielo se ve casi gélido y los árboles se mueven de lado a lado.

Busco entre mi bolsa de ropa de emergencia hasta localizar unas medias rojas con puntos blancos. Veo el reloj, son las ocho de la mañana así que tengo tiempo de sobra para medio arreglarme y no parecer demente. Me coloco rápidamente el uniforme para luego ponerme unas botas hasta la rodillas de color negro.

El espejo refleja la realidad, mi cabello ha crecido demasiado, ahora los semi rizos caen hasta la mitad de mi espalda. Mi mirada se queda atorada cuando veo la pequeña pulsera con la campanita. Siento como un balde de agua helada me cae hasta dejarme muda, llevo lentamente mi mano hasta tocarla.

-Es hora de irse- muevo mi cabeza para olvidar los pensamientos de mi cabeza.

Cojo un abrigo largo por si acaso y guardo mi celular sin siquiera prenderlo. Camino hasta la puerta donde reviso que todo continúe estando en el mismo lugar.

Sin pensarlo, salgo del lugar hasta encontrarme con el delicioso frío de Londres. Necesito caminar para aclarar mis pensamientos sino creo que me volveré un mamífero que pasa sus días invernando junto a cajas de chocolate caliente.

Mi Caos RusoWhere stories live. Discover now