Capítulo 44

4.8K 205 9
                                    


Con un respiro, la consciencia cae sobre mi cuerpo, aunque el mundo siga oscuro ante mis ojos, como si estuviese despertando de un sueño o saliendo del agua después de varios minutos sin oxígeno. Un peso en mi cadera derecha se hace notar y frunzo el ceño al mi cabeza dar vueltas como ruleta. Suelto una maldición cuando un dolor atraviesa mi caja torácica al tratar de moverme.

¡Idiota! Acabas de lastimarte ¿Qué esperabas?

Con miedo de empeorar algo, pero curiosidad de saber dónde diablos estoy, abro los ojos con lentitud y precaución, teniendo que parpadear múltiples veces para acomodarme a la luz del cuarto.

Arrugo mi nariz ante la invasión de olor a desinfectante de pisos, que no hace más que ayudar a mi mareo, mientras observo el cuarto con paredes extremadamente blancas. Unas sillas tristes se posan frente a la cama en la que aparentemente estoy acostada, con un montón de cosas conectadas a máquinas que se encuentran a mi lado. Mi mente hace "click", dando como conclusión que estoy en un hospital.

Mis ojos, entrecerrados debido a la intensidad lumínica, inspeccionan mi cuerpo. No quedé tan mal a como esperé. Mi brazo izquierdo está enyesado, un dolor punzante pasa por mis costillas y algunos raspones se hacen presente sobre mi piel pálida. Digo, para que un carro te lastime, estar viva en la maldita bata de hospital ya es un logro.

Mi mirada va bajando por la sábana blanca hasta toparse con una mata de cabellos negros posada en mi cadera derecha, explicando el peso que sentí al despertar. Una sonrisa se forma en mis labios al ver a mi boxeador dormir, teniendolo cerca como me gusta. Un poco menos aturdida, enfoco mejor sus facciones, que lucen tensas a pesar de estar descansado como muerto. Mis ojos pasan por ese rostro que me ha vuelto loca desde que lo conocí, parando al ver un corte que pasa por su ceja derecha.

La preocupación baña mis huesos al la idea de que pudo lastimarse en otro lugar aparece en mi cabeza, por lo que me aventuro a levantar la mano, con intención de revisar la herida. Lamentablemente, ese jodido cabello sedoso parece llamarme, terminando mis dedos enredados en él, disfrutando de la deliciosa sensación que extrañaba. Está un poco más largo de lo que recordaba, pero sigue siendo suave. Al ver unos pelos rebeldes caer sobre su rostro, muevo mis dedos para quitarlos, rozando su piel en el proceso, provocando cosquillas en mí.

Tomándome por sorpresa, sus párpados aletean hasta abrirse. Una sensación cálida cubre mi pecho al ver esos ojos verdes demoníacos. Las ojeras ya no están tan marcadas, pero el cansancio sigue plasmado en su hermoso rostro, por lo que abro la boca para madarle a dormir, pero Xav se levanta con la velocidad de un rayo, estirando el brazo para tocar un botón rojo pegado a la pared.

-¿Estás bien, Campanita? ¿Te duele algo? ¿Quieres alguna cosa? Creo que Mara está en camino.-Pregunta con voz grave al ver mi expresión confusa.

-Estoy bien, boxeador.-Contesto, evitando las molestias que tengo para no inquietarlo más de lo que ya aparenta. Suelta un suspiro, dejándome ver su alivio.

-YA mogu dyshat', Chert voz'mi!-Pasa sus manos por el cabello y mira al techo, dejando escapar un respiro largo. Mi corazón se estruja al ver cómo lo matan los nervios y preocupación.

-No te preocupes, Xav.-Queriendo calmarlo, extiendo mi mano para tenerlo más cerca. Al captar mi mensaje, mi boxeador se acerca con los ojos llenos de felicidad. Toma mi mano entre la suya con delicadeza, temiendo lastimarme. Para darle más confianza, jalo su cuerpo para tenerlo junto a mí.-Estoy bien.-

-No, no lo estás, Campanita.-Entrelaza nuestros dedos, ganandose una sonrisa de mi parte. Mi pulgar roza su piel lentamente, memorizando la textura y sensación.

Mi Caos RusoWhere stories live. Discover now