Me enamoré de un vampiro

Capitulo X

(6 años atras, Vacaciones de verano) (Miguel en multimedia)

Narrador omnisciente:

Amette miraba con atención el extenso paisaje frente a ella. El mar. No lo había visitado desde qué era una bebé. El, con su fuerte marea y sus bellos movimientos, la recibió como a una vieja amiga qué no veía desde hacia tiempo. Por alguna extraña razón, Amette, tenía una conexión con la naturaleza en general; fueran animales o plantas.

Habiendo cumplido ya 11 años, Amette, adoraba salir y jugar como una pequeña niña de 6 añitos; especialmente, convivir con su al rededor.

Ella había logrado convencer a los padres de Ryan y Joselyn, qué eran amigos de hacia un par de años, para qué la acompañaran a ese viaje. Sus padres se encargaron de todos los detalles para qué los niños no tuvieran qué preocuparse más que por divertirse, sin embargo, Amette tenía algo en la cabeza qué no podía ignorar: No había visto a Jace desde qué había cumplido los 10 años.

Ella lo extrañaba con todo su corazón, con once años, ya había logrado descifrar qué estaba enamorada de el. A pesar de la diferencia de edades, Jace significaba mucho en su vida. Sin embargo, ya se había dado por vencida en volver a verlo, incluso la presencia qué sentía había desaparecido, y eso la dejaba devastada. Más nunca se mostraría de esa manera frente a sus padres y sus dos mejores amigos.

Josy y Ryan correteaban al rededor del lugar donde los padres de Amette habían decidido almorzar ese día.

Ella los miraba con atención hasta que Ryan se acercó a ella y le extendió la mano:

—¿No vas a jugar, Grenny?— preguntó sonriendo

—...Sabes qué odio qué me llames por mi apellido...— respondió Amette molesta

—Ay, por favor, ven a jugar con nosotros— insistió el niño

—¡El último en llegar al agua es sardina podrida!— gritó Joselyn corriendo en dirección al extenso mar

—¿No vendrás?— Ryan no parecía rendirse y antes de qué Amette le respondiera que "No", el la interrumpió —Y no acepto un "NO" por respuesta—

Amette frunció el ceño y tomó la mano frente a ella —Eres un tonto—

—Pero soy el tonto más lindo— dijo cerrando los ojos

—¡Si, claro!. ¡Cuando los cerditos vuelen!— gritó Amette corriendo hacia donde estaba su amiga

—¡Oye!— Ryan abrió los ojos y noto qué sería el último en llegar —¡Eso es trampa, no se vale!— corrio detrás de ella, para intentar llegar antes de qué ella lo hiciera.