Capitulo XIV (MARATÓN 1/3)

1.8K 127 1
                                    

Narra Ryan:

Corria entre los pasillos, buscaba el bendito número 369, el número de cuarto de Amette. Eran las 7:30 am, afuera helaba, pero tras recibir la llamada del hospital salí en la moto como loco.

Cuando por fin había encontrado el cuarto, las manos me temblaban, antes de tocar una voz me sorprendió.

–Pase.– dijo Amette trás la puerta, sentí como mi cara perdía color y entré muy despacio –¿Ryan?, ¿eres tú?–

Mi voz se quebró al verla rodeada de máquinas y con unos cables conectados a sus extremidades.

–Ryan.– prosiguió, su mirada estaba clavada hacia el frente, como si no pudiera verme –Acércate, por favor.–

Caminé despacio hacia la camilla, me senté a un costado de ella, tenía los brazos extendidos como una niña pequeña pidiendo que la alzaran. Mi corazón se destrozó cuando ví el collar en su cuello. Gordón. Jace Gordón. Ese maldito me las iba a pagar. Todas y cada una de las que me debe.

–Muñeca...– balbucee, estaba a pasos de explotar en llanto

–Sí, eres tú.– dijo –No puedo verte, pero puedo sentirte.– explicó

–¿Qué pasó?– Imbécil. Ahora qué veo el collar, sé la respuesta a esa pregunta

–Yo... no estoy segura–

–Muñeca... como te extrañe.– pegué mi frente con la suya, impregnando mi nariz de su aroma

–Miguel... ¿Cuánto tiempo estuve dormida?– preguntó Amette, manteniendo sus ojos en los míos

–Un... par de semanas...– balbucee, perdido en sus bellos ojos azules

–¿Cuánto lloraste?– mierda. Esa si qué no me la esperaba –¿Cuánto fue tu sufrimiento por mi estupidez?, respóndeme, por favor.–

–Cada noche, desde hace dos semanas...– susurre, queriendo que no me oyera

Silencio.

–¿Amette?– pregunté, me sorprendió su silencio

Otra vez, nada.

–¿Estás bien?– me alarmé, recordando el día en que cayó sin fuerzas en mi espalda

Entre abrió los labios y con un leve asentimiento dijo –Lo siento.–

La mire atónito por unos segundos. ¡Oh, mierda!, estaba llorando, sus ojos estaban clavados en la nada con la cabeza gacha. Suspiraba mientras mantenía los sollozos en silencio. Sin pensarmelo dos veces, la atraje a mis brazos y la apreté contra mí, pude notar como se sorprendió pero no se negó. Y así, entregué mi alma a sus pequeñas y delicadas manos, para que hiciera con ella lo qué quisiera.

Me enamoré de un vampiroHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin