❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ You try to kill it but it won't stop bleeding Try to forget it but it won't stop killing you You're running out of time Yeah, you know you can't go back, it's too late ══════════.✵.═
➳star//end - eden
┏━━━━•❅•°•❈•°•❅•━━━━┓
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
┗━━━━•❅•°•❈•°•❅•━━━━┛
London, November 1975
Aida había salido de la casa de su madre, quien le había avisado no poder ir a su cumpleaños mañana y finalmente se encaminaba a su casa.
Se sentó a esperar el tren cuando una cabellera rubia, un poco abultada desde el otro lado del andén llamó su atención. El rostro de un muchacho se hizo visible cuando este giro su cabeza en dirección a la izquierda para verificar si el tren venía en camino y cruzó. La chica no pudo verlo con claridad pero podía percibir su tez blanca y su anatomía un tanto delgada. Vestía una camisa blanca mangas largas, un chaleco marrón desabotonado por encima, y unos jeans azules oscuros.
Sin percatarse el muchacho rubio desapareció entre la multitud y el tren se hizo visible. Aida pagó su boleto y se sentó en uno de los asientos del final.
Ptimeta parada; sus ojos se sentían pesados y cabeceó levemente.
Segunda parada; se durmió por dos segundos y recobró la conciencia. Sus ojos se abrieron con brusquedad y divisó a lo lejos, unos cinco asientos adelante de ella, la misma cabellera rubia que había visto hace minutos y aún distinguía la camisa blanca y el chaleco marrón a pesar de que él estuviera de espaldas a ella. Era el mismo chico del andén, pero ¿cómo había logrado alcanzar tan rápido el tren si este avanzó con rapidez cuando él aún seguía en la parada? Era imposible. Se hizo a la idea de que quizás era otro hombre.
Bajó del tren y tomó con fuerzas el sujetador del bolso para que no se cayera al suelo; caminó dos cuadras hasta llegar a la verdulería, cargó al canasto un par de naranjas y buscó con su vista las manzanas. Sin darse cuenta mientras iba caminando su cuerpo chocó con alguien.
—Lo siento, iba distra... —su voz se silenció, cuando vio al mismo hombre del andén y los vagones, de nuevo de espaldas.
El chico siguió caminando como si no la hubiera escuchado, o como si no pudiera verla, dejándola totalmente consternada.
Salió de la verdulería aún pensando en aquel chico, al principio no le había prestado tanta atención, pero era la tercera vez que se lo encontraba, de formas repentinas e imposibles, no había física en el mundo en la cual él pudiera viajar tan rápido a través de sus pies, ni siquiera en tren.
