❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ I'll hold you when things go wrong I'll be with you from dusk till dawn I'll be with you from dusk till dawn Baby, I'm right here ══════════.✵.═
➳dusk till down - siaft zayn
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La quinta trompeta había sido tocada, brindándole la profética señal al Ángel de la muerte de abrir el pozo del abismo, liberando las langostas y a su vez, dar el paso a aquellos alabadores de satanás a resucitar al anticristo.
Al compás del girar de la llave del abismo, en alguna parte de Irak, en aquel determinado sitio y lugar el ritual para revivir al anticristo comenzaba alcanzar su final.
La última oración invocadora fue dicha y sobre el pentagrama, desde el cajón de muertos, aquel moribundo cuerpo, que llevaba sin vida hace años; abrió sus ojos.
—¡Está vivo! ¡Está vivo! —gritaba en fervor la secta— ¡Él anticristo ha resucitado!
Vistiendo su impecable traje negro con el cual fue sepultado hace una década, se sentó sobre el afelpado interior del cajón, peinando su cabello negro azabache con los dedos, mientras a su vez observaba con sus ojos oscuros como la noche sin estrellas, ni luna el alabar de su nuevos admiradores.
—¡No es él! —exclamaba el harapiento hombre, rompiendo el círculo—. ¡No es el anticristo!
Su voz sonaba desesperada, rogando que le creyeran. Él había visto al anticristo bajar al infierno y tomar el trono.
—¡Expúlsenlo, está loco de remate! —ordenaba el capataz de la secta.
Bajo sus túnicas dos hombres tomaron de ambos brazos al vagabundo, arrastrándolo a la salida, en tanto lo oían gritar desde tan profundo de su garganta que la voz sonaba ronca:
—¡El anticristo camina por la tierra y el infierno! ¡Yo lo he visto, es el hijo de Satanás, nuestro próximo rey! ¡Están alabando al falso profeta!
London, May 1976
—Clare que te quedes en casa te digo —repitió ésta vez enojado Roger—. Pase lo que pase, escuches lo que escuches no salgas de casa —enfatizó su negación.
—Pero estoy preocupada por ti, Roger, necesito verte y saber que estás bien —argumentaba su hermana.
—Y yo necesito cuidarte a ti —la voz le salió pesada—, así que por favor hazme caso.
