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The wise man said just find your place
In the eye of the storm
Seek the roses along the way
Just beware of the thorns
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Send me an angel - scorpions

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London, December 1975.

Diciembre treinta y uno, última noche de celebración del año, primera del año entrante. Y el día más agotador para Aida. Hoy trabajaba doble turno en la cafetería y medio turno en biba, dejándole un diminuto tiempo para arreglarse y dirigirse hasta el departamento de la banda, que en efecto dificultaba por completo todos sus planes de seguir ignorando a Roger.

Lo que sea que lo seguía parecía haberse esfumado, él lucia tranquilo y contento. Sin embargo Aida no se quitaba de la cabeza la coincidencia de su broma hacia querer matarla, es decir, nunca se lo había dicho, ni a los demás. Era la primera vez, y no era común en el ¿Por qué justo lo dijo esa noche?

Se habían encontrado más de una vez, y constantemente había tratado de entablar una conversación con ella, buscando excusa tras excusa.

—¿Te gustó Japón? —había preguntado una madrugada, medio embriagado, medio consciente. Aida le habla respondido yéndose del lugar.

No era que tuviera algo en contra de él, en realidad él le gustaba. Se sentía atraída hacia él, de la manera más curiosa e insólita, pero le quemaba el centro del pecho y ya no podía hacer nada para apaciguarlo. Era oficialmente un hecho.

A la vez no sabía qué pasaba con Roger, pero no era nada bueno; y prefería mantenerse alejada. Él, por su lado, harto de que sus intentos de acercarse fallaran por completo, un día la enfrentó:

—¿Qué te sucede conmigo? —le había preguntado, tomándola del brazo—, ¿es por lo que sucedió en Japón? Lo siento si dije algo que te hizo sentir incómoda.

—Roger, no hiciste nada —como pudo logró zafarse del agarre—. Pero por favor aléjate de mí.

Y él había entendido, o así lo hacía parecer. No le dirigía la palabra, ni la miraba, en ningún momento, i aunque sea por error. Era como si la hubiese borrado de su mundo. Aida se sentía herida al respecto, porque no era lo que quería, él realmente le gustaba, pero ella se lo había pedido y simplemente había respetado su decisión, sin persuadirla, ni ahogarla. Y si tuviera que confesarlo, le hubiese gustado que él le insistiera al respecto, pero Roger era muy caballero para eso.

𝕸𝖔𝖓𝖘𝖙𝖊𝖗 🥀 Roger Taylor Where stories live. Discover now