❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ May your smile Shine on Don't be scared Your destiny may keep you warm ══════════.✵.═
➳stop crying your heart out - oasis
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London, May 1976
Había un viejo poema del cual no recordaba dónde lo había leído ni qué autor le había dado vida literaria, pero que recordaba con exactitud uno de sus versos, y en su conformación poética solía decir:
"Mi alma no soporta pesar tanto, y el nudo que la estrecha ha desatado ligera ira con vuelo acelerado, sin descansar, siguiendo su ardor santo"
Y cada vez que veía a Roger en esos amargos días consiguientes de la muerte de su madre, contemplaba al poema reescribirse en los ojos llenos de padeciente infelicidad que él poseía.
Estaba tan herido que su dolor había adquirido la cruel forma de la ira, haciéndole caer los hombros y aislarse en su propio pesar.
La relación que llevaba con sus amigos era tensa y los hablaba de forma descortés sólo para preguntar si habían noticias de Babilonia, quien hace dos días había vuelto a Roma para llevar a cabo el cometido que él le había ordenado.
—Tienes que sanar tu herida —insistió Brian, viendo cómo la sangre se escurría por la blusa de su amigo.
Roger arrastró sus pies hasta la cafetera, sirviéndose una taza de café, ignorando a cada uno de sus amigos, que se encontraban desayunando alrededor de la mesa.
—¿Hace cuánto no te cambias la venda? —preguntó John.
De nuevo Roger no respondió. Bebió de su café, dándose cuenta, haciendo memoria, que no se había cambiado la ropa ni la venda desde que volvió del funeral de su madre hace días.
—No puedes sólo dejarte estar —lo regañó Freddie—. Estamos todos esforzándonos para mantenerte con vida, Roger, no te rindas ahora.
El ojiazul se volteó hacía ellos, mirándolos por primera vez luego de dos días encerrado en su habitación.
—¿Por qué debería tener ganas de vivir? —completó una frase entera después de tantas horas mudo—. Ya no me queda nada.
