❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ Sing me a song, you're a singer Do me a wrong, you're a bringer of evil The devil is never a maker The less that you give, you're a taker So it's on and on and on, it's heaven and hell ══════════.✵.═
➳heaven and hell - black sabbath
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London, December 1975
—¿Así que no somos amigos?
Aida volteó hacia aquella voz para encontrarse con Roger, fumando y reafirmando la mitad de su cuerpo en el umbral de la puerta de vidrio que daba al jardín.
—Lo siento por eso —se disculpó la chica, ladeando sus labios y dándole un espacio en la banca al rubio.
—No te preocupes —dijo el mayor tomando asiento junto a ella—, de todas formas tienes razón, no sabes nada de mi aparte de que tengo una banda y unos idiotas de amigos, que irónicamente compartimos.
El comentario la hizo reír por lo bajo y le ofreció la botella de cerveza, de la cual estaba bebiendo.
—También sé que una sola mujer te rompió el corazón y tú acabas de romperselo a una de tantas —la chica estaba un poco ebria pero aún así se arrepintió de haberlo dicho.
El rubio dio una larga calada a su cigarrillo y mantuvo el humo en su pecho por unos segundos para luego expulsarlo y tirar la colilla por algún lugar del pasto del jardín. Si Brian lo viera contaminar así, posiblemente lo haría alzar la colilla con sus propios dientes.
—Puedo contarte sobre eso si quieres —Roger bebió de la botella y se la devolvió luego.
—¿Cómo le rompiste el corazón a Walkiria? —la castaña bebió un trago—. No, gracias.
Vio como el rubio negó con su cabeza para luego dejarla caer suavemente en el respaldar del banco.
—De como me rompieron el corazón a mi —dijo casi ineludiblemente, parecía avergonzado.
—¿Me dejarás saber su nombre? —cuestionó la menor, curiosa.
Roger asintió y luego de unos largos segundos volvió hablar.
—Su nombre era Dominique... Domimique Beyrand —el nombre de su ex se sentía amargo en su boca y se tragó la angustia—. Era una mujer hermosa, con sus cabellos negros y sus ojos color café —la recordó—, como tú —volteo a verla por unos segundos—. Al primer segundo en que la vi, caí inevitablemente enamorado de ella, como casi la mitad de las personas que lograron verla alguna vez —relató mirando algún punto fijo de la pared de enfrente, como si recordara—. Intenté enamorarla de mil formas, pero ella no caía en ninguna de las novecientas noventa y nueve veces que la llamé y coqueteé con ella —se prendió el segundo cigarro—, hasta que en el ultimo intento logre capturarla —sonrió orgulloso, con el cigarro entre sus labios—. Fue mi novia por dos años, y en cada plan que idealizaba sobre mi vida, ella estaba en ellos.
