❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ Who'll take all your pain Honey, your heartache, too?
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➳cry baby - janis joplin
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La jornada laboral se sentía pesada hoy para Aida, la gente no dejaba de entrar y salir de la cafetería y no daba a basto con los pedidos. Su cabeza comenzaba a pesarle y se mareaba de vez en cuando.
No había dormido bien desde que volvió a Londres de Estados Unidos con la banda y su amiga Chloe. Tampoco estaba comiendo como debía, no tenía tiempo para casi nada y la cena de la noche anterior había acabado con sus energías, a pesar de haberse ido a casa para descansar al momento en que Walkiria se fue del departamento de los chicos, parecía no haber dormido nada.
—¿Aida? —escuchó la chica a sus espaldas.
Se dio media vuelta y vio a Walkiria parada a unos pocos metros de ella, como si la hubiese llamado con el pensamiento.
No era el mejor momento para recibir visitas pero de igual forma le regaló una sonrisa cortés y agitó suavemente su mano, en la que aún sostenía el bolígrafo con el cual anotaba los pedidos.
—En un par de minutos llegará su café con leche —le informó con amabilidad al cliente para luego caminar hacia Walkiria.
—Hola —saludó la mujer.
—Hola.
—¿Te molesta si charlamos ahora?
¡Oh por Dios que sí! La chica estaba demasiado atareada devolviendo los días en los que no trabajo por irse al concierto de sus amigos y no tenía tiempo para ninguna charla.
—Claro, sígueme.
La rubia caminó detrás de ella, con sus tacones elegantes y sus largas piernas, mientras Aida, solo se veía pequeña adelante, pisando el suelo con sus ordinarios Converse blancos.
Aida pasó hacia detrás del mostrador y Walkiria se sentó en uno de las largas sillas enfrente de este, sin perder su elegancia y cruzando sutilmente las piernas, que a pesar del frío británico de diciembre venían desnudas desde las rodillas.
La mujer observó cómo la chica le servía un café exprés y se lo servía, entregándole una servilleta perfectamente doblada por ella misma. Y en ese momento se dio cuenta en porqué Roger la miraba como no la miraba a ella. Aida a pesar de ser pequeña en edad para Roger, era demasiado madura y servicial. Desprendía simpatía y confortabilidad, era atenta y preciosa. Joven y hermosa.
