°•I Did it•°

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Sabes que estás roto cuando en las noches la mejor opción para obtener respuestas a preguntas no formuladas, pensamientos que no dejan dormir y sucesos que aún no tienen un por qué, es mirar el cielo. Inconscientemente miramos las estrellas exigiéndoles una explicación y una respuesta a la pregunta "¿Por qué a mí?" Y lo único que obtienes de ellas son susurros silenciosos que por desgracia los humanos no somos capaces de escuchar.

Sabes que estás lo suficientemente roto cuando sonríes, pero sin sonreír, miras sin observar, caminas por caminar y vives por vivir.

Sabes que estás muy roto cuando la única testigo de tus lágrimas y dolor es la almohada que te acompaña por las noches y las sábanas que envuelven tu cuerpo sin ganas de dar más batalla.

Piensas que ya no puedes más cuando sabes que ante la gente pones "tu mejor sonrisa" y "caminas con seguridad", pero al llegar a casa a penas tienes energía y a penas puedes no llorar.

Bien dicen que los ojos son la ventana del alma, y hay veces que hasta a nosotros mismos nos da miedo que alguien indague más allá de lo que debería saber de nuestra vida, temiendo que vean lo rotos que estamos. Pero nunca debes de olvidar que las cicatrices son las que hacen a un ser más bello, mostrando la fuerza que tuvo al poder levantarse para después plantarse más fuerte en la tierra

El estar roto no significa no poder restaurarse. En la vida no se puede iniciar de cero, no puedes tener un nuevo comienzo por qué todo lo que has vivido te ha hecho lo que eres ahora y eso no puede cambiar a menos que lo decidas tú.

Lo puedes cambiar con acciones futuras en nuevos capitulos de tu vida a los que no debes negarte con lugares nuevos, personas nuevas y amores nuevos, por qué hay personas que fueron puestas en tu camino para ser parte de un capítulo y otras para ser escritas de ahora hasta que acabe el libro.

Hay veces que lo que nos hace falta es querer cambiar, y no solo cambiar tu vida, si no cambiar tú, todo comienza en tí, termina contigo y termina beneficiandote a ti mismo.

"Hazlo por tí, por qué lo que más merece un alma que estuvo rota, es ser feliz."

Jennie y Lisa estaban rotas, era lo único que ellas sabían y lo único que podían pensar.

Sus corazones su mentes ardían de impotencia, sus cuerpos aclamaban paciencia y sus corazones gritaban por su presencia.

Aunque no lo quisieran admitir, sabían que su medicina y su única cura, era estar una junto a la otra. Pues ambas solas no era más que pedazos rotos de lo que fue una persona, pero ambas unidas podían hacerse una.

Lisa llevaba ya una semana sin la oportunidad de siquiera ver a su pequeña niña.
Seulgi había hecho hasta lo imposible para poder quitársela de sus manos. A Lisa le daban nada más que unas horas un día a la semana para poder ver a Lia y Seulgi la había llevado a casa de sus abuelos en México, por lo que no la vería por lo menos otra semana.
La niña estaba más que destrozada por qué no podría ver a su mami, pero era muy pequeña para ser escuchada en un juzgado, no podrían hacer mucho.

Después de el día en que el juez dictaminó que su hija sería arrancada de sus brazos, había sido como si le arrancasen la piel. Su hija era su todo.

Lisa había pasado toda la semana en cama, pero sin dormir. Sus días y noches se basaban en pensar en su pequeña niña y en algunas ocasiones, ciertos ojos gatunos pasaban por su mente.

Sus hermanas estaban realmente preocupadas, lo sabía, pero no querría que lo estuvieran. Al menos una vez al día Minnie y Jisoo iban a insistir que probara un bocado, pero realmente no tenía hambre, todo aquello que llegaba a meterse a la boca, le hacía un nudo en el estómago y lo terminaba vomitando.

Para evitar que se preocuparan por ella, se había ido a su departamento que había comprado hace unos años en la mejor zona recidencial de todo Seúl.

Pasó un par de días ahí, pera ya estaba harta de llorar, estaba cansada de vivir y no vivir, ya no podía.

Sus pies como si fuese algún mecanismo automático, se dirigieron hasta la puerta totalmente descalzos.
Al ser el último piso donde llegaba el ascensor, tomó las escaleras que conducían al techo del edificio.
Siempre con la mirada agachada sin mirar siquiera la hermosa noche que la cubría.

Era un lugar peligroso, sin ningún tipo de protección que evite que te caigas al vacío.

Comenzó a caminar por la orilla en dónde dejaba una fina línea para que su pie no pisara y pudiera caer.

Su cabeza no estaba en su mejor punto, pues sus pensamientos eran que ya había hecho en la vida lo que debía hacer. Había vivido, había trabajado, se había divertido, había follado, había tenido un rayito de luz que le alegraba la vida, y había amado. Había sido estúpida y por eso había perdido todo aquello que le daba ganas de seguir viva.

Quizás todo esto se lo merecía por haber sido una idiota, pero la peor manera en que la vida se lo estaba cobrando, era quitándole a las dos personas que más ama, Lia Manoban Kang y Jennie Ruby Jane Kim.

Hubo un punto en que dejó de caminar y simplemente se quedó congelada y de un momento a otro fue jalada hacia atrás.

-¿Qué diablos estás haciendo?-

-¿Y tú qué diablos haces aquí?-

(〃゚3゚〃)(〃゚3゚〃)

Por otro lado Jennie no sobrellevaba mejor las cosas, pues se había encargado de llamar a la universidad y el Jardín de niños, avisando que se tomaría unas vacaciones. No hubo problema en aquello, pues al ser un buen elemento en ambas escuelas, no dudaron en contratar a aún suplente hasta que se recompusiera.

Había pasado desde el día en que salió del hospital en cama. Jisoo y Rosé habían insistido en llevarla a su casa pero se había negado rotundamente. Estaba avergonzada, estaba dolida y totalmente sin fuerza.

Había llegado por sus propios méritos a su departamento, en dónde a penas llegar había caído rendida en su cama, de dónde no se levantaba más que para una ducha cuando realmente era necesario. A lo largo de los días su teléfono sonaba y sonaba marcando el nombre de su padre, su hermana, Jisoo, Rosé, Minnie, pero nunca el de Lisa.
Quería escuchar su voz, escucharla a ella, pero no era capaz de verla a la cara o escuchar su voz sin romper a llorar. Lo sabía.

Ella había matado a su hija, no era capaz de verle sin sentirse culpable.
Jennie tenía ganas de verla para fundirse en un abrazo que sabía que la mayor necesitaba, pues al quedarse unos días más en el hospital por la terapia hormonal y análisis que le había tenido que hacer, se había enterado por Jisoo y Rosé que le habían quitado la custodia de su niña, cada vez estaba más segura que lo que menos necesitaba era enterarse de lo que había pasado recientemente.

Era poco más de media noche, o al menos eso pensaba ella cuando alguien comenzó a llamar desesperadamente a la puerta.

Iba a ignorarlo pero parecía que aquella persona la derrumbaría.

Acababa de tomar una ducha, pero a pesar de eso no se veía bien. Ojeras, bolsas y se veía muy delgada.

Se puso unas pantuflas que combinaban con su pijama de marcianos y se dirigió a la puerta. Al abrir se encontró con Tae y su cara de espanto.

-Oh por Dios mi niña- Dijo abrazándola con mucha fuerza -No sabes lo feliz que estoy de que estés bien- Jennie lo abrazó muy fuerte, pues era lo que más necesitaba y empezó a llorar.

-Cariño ¿Que pasa? Estás muy delgada- Dijo apartándose un poco y acariciando su rostro- Jennie negó con la cabeza en su pecho y siguió así. -Mira linda, quiero que me cuentes todo con lujo de detalle, pero justo ahora necesito que me acompañes-

-No- Dijo como si fuese una niña pequeña

-Jen, necesito que vengas, tu novia se ha intentado suicidar-

ʕっ•ᴥ•ʔっʕっ•ᴥ•ʔっ

Una disculpa por la tardanza

Siento que quedó muy kk :(

»Still Love Me?« »JENLISA« »G!P«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora