➼ nueve

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Capítulo nueve:
Sangre.

─Aquí tienes─ dije mientras le pasaba los clavos a Gilbert─. Cuidado con eso.

─Si, señora─ rió. Rodé los ojos a la vez que soltaba una pequeña risa.

Me acerqué a la orilla del techo y pude observar a todos los hombres trabajar. Yo era la única chica. Volteé alarmada al escuchar un quejido.

─Te dije que tuvieras cuidado─ hablé acercándome a Gilbert que se agarraba un dedo─. Nunca escuchas. Ven.

Bajamos por unas escaleras de madera que estaban para poder subir y bajar del techo, ya que lo estaban arreglando. Fuimos a mi casa, que era la más cercana. Entramos por la ventana trasera y subimos a mi habitación.

─¿Duele?─ pregunté mientras agarraba su mano y observaba su uña en un tono violeta. Hice una mueca. Lo miré a los ojos, pero él los mantenía cerrados y con una expresión de dolor ya que le estaba tocando un lugar en el que había una herida─. Lo siento.

─No, es mi culpa. Debí escucharte─ se sentó en mi cama.

Fui por una venda y la envolví en su dedo. Lo observó por unos segundos y sonrió. Me miró para luego colocar su mano en mi hombro y acercarse.

─Muchas gracias, doctora─ rió y se levantó─. ¿Quieres volver?

─¿Tú quieres?

─La verdad no─ negó.

─¿Vamos a correr como locos por la nieve y hacer un muñeco?─ rió asintiendo.

Y eso hicimos. Salimos por la ventana para correr a Dios-sabe-donde. Había mucho tiempo para hacer nuestras tonterías, pues mis padres ya estaban enterados del incendio, también se habían preocupado por mi. Pero aún no habían renovado su casamiento.

Si, se volverán a casar. Qué loco.

─Pauline─ me llamó alarmado. Volteé esperando ver algo que me dejara traumada de por vida, pero sólo lo vi a él a punto de llorar.

─¿Qué pasa, Gilbert?─ me acerqué a él.

─No te vayas, por favor─ una lágrima rodó por su mejilla y cayó en el suelo. Lo miré muy confundida─. No me dejes.

─Hey, no te entiendo.

─¿No te das cuenta?─ ¿alguien me explica qué sucede?─. Te estás desangrando─ sollozó. Rayos─. Lo siento, lo siento por todas las veces que te hice enojar. Por la vez que te hice llorar, no era mi intención. Soy un mal amigo.

─Gilbert─ murmuré. Empecé a ponerme nerviosa. Manché mi vestido y eso era vergonzoso─. Necesito que me lleves a mi casa rápido. No voy a morir, es cosa de chicas.

•••

─¿En serio te pusiste así?─ pregunté saliendo del baño.

─¿Cómo te sentirías si vieras una mancha de sangre extendiéndose lentamente por mi ropa?─ asentí en modo de compresión─. ¿Llorarias? ¿empezarías a decir cualquier cosa y disculparte por otras?

─Claro. Haría de todo para parar el sangrado. Pero ahora debes entender que eso pasa con las chicas, solo que no se manchan─ hice una mueca. Tuve que explicarle todo a Gilbert, por si volvía a pasar.

Me pareció lindo que se hubiera preocupado por mi. Es decir, nunca me había pasado eso y digamos que encontré sentimientos desconocidos. Fue como sentirse bien al saber que tu bien le importa a alguien o que una persona importante, no familiar, se preocupa por ti. Aunque también fue vergonzoso. Solo él debe saber esto.

─Line─ empezó a hablar─. ¿Me ayudarás?

─¿A qué?─ pregunté mientras nos sentabamos en las sillas de la cocina.

─Ya sabes─ sus mejillas se tornaron rosas─. Anne.

¿La tenía que nombrar?

─Si─ murmuré mientras miraba los árboles tapados de nieve detrás de la ventana─. Pero, ¿exactamente qué quieres que haga? ¿algo como: "Anne, Gilbert es la mejor persona que podrás conocer. Siempre está ahí para ti, siempre va a apoyarte y estará orgulloso de tus logros. Nunca lo pierdas porque es un chico muy importante y su amistad vale toda la pena del mundo. Gilbert es una persona con la que puedes contar, confiar y ser feliz. Porque él, con solo su sonrisa, puede transportarte a lugares inimaginables, donde todo es felicidad. Porque Gilbert tiene ese don de hacerte sentir bien. Cuídalo porque sé que lo amas"?─ lo miré.

─¿Piensas eso de mi?─ sonrió.

─Bueno─ aclaré mi garganta tratando de no mirarlo a los ojos─. Tal vez. Un poco. Si.

─Pero es bonito. Me gustó.

─¿Quieres que le diga eso?─ se encogió de hombros─. Es si o no, Gilbert Blythe.

─Si, no sé. Como quieras─ rodé los ojos divertida─. ¿Y tu? ¿no planeas pedirme que le cuente al chico que te gusta sobre ti?

─No. Él me conoce desde la cabeza hasta los pies, y me entiende como nadie─ frunció el ceño.

─¿Me engañas con otro?─ sonreí y negué─. Pero yo soy el único que te conoce de la cabeza a los pies.

Será burro.

─No siempre se es el único.

─Verdad─ sonrió.

─Una pregunta─ hablé mientras me acomodaba en mi silla─. ¿Qué te gusta de Anne?

─Todo─ apoyé mi cara sobre mis manos─. Su cabello, sus ojos, su personalidad, su facilidad con las palabras, su inteligencia. Me gustan sus pecas y como se ven bajo el sol. Es muy linda, divertida, habladora. Me gusta su imaginación, es buena. Es alegre pero impaciente. Soy feliz a su lado, es como si llenara de alegría mis días. Aunque últimamente han estado apagados por su ausencia.

¿Eso quiere decir que no es feliz a mi lado? Anne me está quitando a mi mejor amigo, al chico que me gusta. Pero lo hace inconscientemente.

─Estoy feliz por tí─ sonreí─. Voy al baño.

─¿Otra vez?











Gilbert pendejo

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