➼ siete

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Capítulo siete:
Incómodo.

─Brote, flor, rama y gajo son parte de todo un mayor─ decía la señorita Stacy mientras hacíamos una caminata por el bosque─. Todo lo que ven a su alrededor se ve envuelto en una danza simbiótica, y la singularidad de cada uno permite que el bosque crezca. Para ver el verdadero genio de la madre naturaleza, miren en lo alto de los árboles.

Dirigí mi mirada hacia arriba, sorprendiendome al ver que las copas de los árboles estaban al lado pero no parecian querer tocarse, formando un espacio perfecto entre sí.

─Es la timidez entre los árboles─ dije sin dudarlo.

─Exacto. Cada árbol es conciente de sus límites, que en su idioma significa... No tocarse─ eso último lo dijo alzando la voz al ver a Tillie junto a Paul y Thomas.

Continuamos caminando mientras la señorita Stacy seguía dándonos información sobre la naturaleza. Todos parecieron emocionados cuando nos detuvimos y la maestra habló sobre las abejas, seguramente creyendo que hablaría de la típica explicación de los adultos sobre como es la reproducción humana. ¿Cómo se yo todo eso? Bueno, mi tía era muy habladora.

─Creí que íbamos a hablar de otra cosa─ dijo Jane un poco decepcionada.

─Les aseguro que la lección igual será esclarecedora─ habló la señorita Stacy levantando la voz por la interrupción.

Pasó de las abejas a las aves, comenzando con el trepador de pecho rojo y hablando de la alimentación. Pero se vio obligada a parar cuando Moody, que iba saltando unas rocas, cayó de mala manera y se abrió un tajo en la pierna. Ruby gritó, un niño indio que se escondía detrás de los arbustos gritó, y luego todos gritaron.

─Nos rodean los salvajes─ exclamó la rubia antes de desmayarse.

Anne salió corriendo después de decir que la aldea de inidos que estaba allí cerca podía ayudarnos. Mientras tanto traté de ayudar a despertar a Ruby, pero al no conseguirlo me acerqué a Moody para ver su herida, que era muy profunda y chorreaba sangre.

─Carajo, Moody, debes empezar a mantener los pies en la tierra─ dije con una expresión de dolor psicológico en la cara.

Finalmente le dimos un poco de miel a la chica desmayada para darle energía, ya que se recuperaba del shock. Pero volvió a desmayarse al ver a dos habitantes de la aldea de Micmac.

─¿Quién murió? Mi hijo dijo que alguien murió─ habló el mismo hombre que me había hecho el palo de hockey.

─Nadie murió. Bueno, una de las chicas se desmayó y el muchacho está herido─ se apresuró a decir la señorita Stacy antes de señalar a la pierna de Moody.

La curandera de la aldea dijo algunas palabras en un idioma muy diferente al inglés. La maestra nos pidió que hicieramos espacio para que la mujer ayudara a la pierna herida de Moody. Le dio un pedazo de corteza de un árbol al chico y el hombre nos explicó que servía para calmar un poco el dolor. Luego limpiaron la herida con miel porque así no entrarían enfermedades.

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