➼ trece

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Capítulo trece:
Mal día.

La escuela estaba en ruinas. Había sido incendiada y solo quedaban cenizas y pedazos de madera de un color negro gracias al fuego. Además de eso, faltaba la imprenta.

Ese último detalle delataba a los culpables.

Era una desgracia más que se sumaba a nuestras vidas, y una de las más dolorosas. ¿Qué haríamos ahora sin una escuela? ¿Dónde estudiaremos?

─Una imprenta no se va por sí sola─ dijo Gilbert con molestia en su voz.

─Claro que no. Y conocemos bien a los que querían llevársela─ agregué con los puños apretados.

─El horno no estaba encendido─ comentó Moody.

Claro que no. Solo un estúpido dejaría el horno de la escuela encendido. La respuesta a todo era más que obvia, pero sin pruebas no podríamos hacer nada.

─No hubieron rayos─ dijo Charlie.

─¿Que pu...

─Pregúntale al que tomó la imprenta porque no está aquí─ interrumpió Anne con enojo.

─El ministro─ solté haciendo que todos comenzaran a murmurar.

─¿Lo hizo a propósito?─ preguntó Diana refiriéndose a la escuela en ruinas.

─No lo dudo─ dijo Josie.

Y así continuaron lamentándose. Yo no tenía ganas de prestar atención a las palabras que compartían, solo sentía un profundo odio a aquellos hombres que no sabían perder. Se comportaron como niños al vengarse así, solo reflejaba lo repugnantes que eran como personas. Ni siquiera mi hermana actuaría así, siendo que era la persona más vengativa que conocía.

La señorita Stacy estaba dando unas palabras de apoyo, diciendo que no era momento de rendirse ni de callarse porque era la prueba de que habíamos causado impacto en esas personas tan crueles. Nos felicitó por eso, agregando que comenzariamos a concentrarnos en preparar los exámenes de ingreso a la universidad, aunque yo ya estaba estudiando para eso.

Una vez que concluyó sus palabras, Anne salió corriendo a una gran velocidad, dejándonos confundidos ante esa reacción.

─¿Y ahora qué haremos?─ preguntó Ruby a punto de llorar─. ¿Dónde vamos a estudiar?

─Lo más seguro es que sea en mi casa─ contestó la señorita Stacy con calma.

¿Cómo podían estar tan tranquilos? Lo habíamos perdido todo. Mis hojas con mis redacciones que había escrito para enviar a la universidad estaban destruidas por completo. Mi futuro se estaba yendo al carajo por los malditos miembros del consejo. Estaba pagando por algo que ni siquiera era mi culpa. ¿Qué había hecho mal para que eso me sucediera? Los demás no tenían nada importante que perder, salvo la escuela, porque aún ni siquiera habían comenzado a prepararse para el examen final.

SOLO AMIGOS | g.b ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora