Capítulo 10

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Iris

—Tienes una linda sorpresa en recepción
—habló de manera burlona Raquel mientras pasaba justo enfrente de mi, yo solo le di un sorbo a mi té para acercarme al mostrador. Había dos arreglos florales, uno de girasoles y otro de margaritas.

—¿Que es esto? —pregunté a la alegre de Karen quién tecleaba sin parar.

—Son flores—respondio de manera indiferente. Definitivamente le conseguire una cita

—Creo que es obvio.

—Entonces, ¿por qué preguntas?

—Solo quería cerciorarme que no estoy alusinando por las drogas—comente sarcástica mientras tomaba la tarjeta de las girasoles.

"Solo porque no nos guste lo mismo no significa que no podamos ser amigos"
Espero que no olvides que día es hoy.

Z. C.

Sonreí enternecida por su tarjeta, no podía creer que después de tantos años el chico brócoli aún recordaba aquellas palabras de disculpas que formaron nuestra amistad. Creo que haría de esto una calcomania, guarde la tarjeta para observar el segundo ramo, el cual contenía una pequeña carta.

Perdona si esto es excesivo pero es la única manera que conozco para comunicarme con las personas. Fue algo difícil volver a localizarte después de que perdí la tarjeta de presentscion- por no confesar que tu tarjeta fue confiscada por tu hermano- espero y me llames, realmente me gustaría compartir una taza de café contigo.

Atte: Browen

Gire la carta para observar su número telefónico, vaya que los floristas eran tan detallistas y hablando de floristas tendría una conversación seria con mi hermano para que no se entrometa en mis asuntos y me deje tener mis propias relaciones con las personas. Tomé ambos ramos para llevarlos hasta la habitación de reuniones de mi equipo, no tenía mi propio consultorio por lo que este era el único lugar el cual podría colocarlas. Mire alrededor en busca de donde colocarlas pero no había ningún jarrón por lo que las dejé en el escritorio, me pregunto si podía encontrar algo en aquel viejo almacén del hospital, aún recordaba la primera vez que fui allí solo tenía siete años sin mencionar que me aterraba la oscuridad fue sin dudar alguna una experiencia aterradora sin mencionar aquella rata que vi, solo espero que no haya ratas esos pequeños seres aún me causaban algo de asco. Abrí la puerta del almacén cruzando con un par de ojos que me miraron con sorpresa, yo grite y luego ellos también lo hicieron, volví a gritar para después cerrar la puerta sentía como forzaba los contenidos estomacales al subir por el esófago si continuaba así terminaría vomitando, esa escena había sido peor que la rata, volví por el camino tratando de olvidar lo que había visto.

—Iris, espera—me grito Gabriel a mis espaldas pero solo apresure el paso, no quería ni verlo
—. Todo es un mal entendido.

—Aún tienes la cremallera abajo —le dije cuando se coloco frente a mi, él miró hacia sus pantalones para después subirse el cierro—. Además, ¿como se puede malinterpretar eso?

—Esta bien, no es un mal entendido y si es lo que piensas pero...

—De por si no podía verte ahora menos, que asco Gabriel te vi teniendo sexo.

—¿Ahora resulta que eres tímida?

—Esto no se trata sobre si soy o no tímida. Me considero una persona saludable en cuestión sexual, es decir a todo el mundo le encanta el sexo pero no verlo y mucho menos a sus amigos.

Invidente amor ©Where stories live. Discover now