Capítulo 3

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              Hurgando en sus papeles correctamente clasificados por categoría, Eva Rinwood, busca el cheque que contiene una gran suma de dinero para entregárselo al hombre cuyo nombre es Frederick Bass, característico por su tupido bigote negro el cual recortado en una forma pareja abraza su rostro. La principal al encontrarlo se lo confiere con el fin de su preciado silencio. El hombre sonriendo satisfecho lo acepta sintiéndose dichoso por haber corrompido el sistema sobrenatural.

           Frederick Bass, reconocido profesional en campo de la medicina, logró introducirse en el Banco de sangre el cual comprado por los sobrenaturales funciona como empresa privada brindando la mitad de líquido rojo a los hospitales y quedándose con el restante para abastecer a los hijos de la noche o como Frederick los denomina, chupasangres.

El hombre de sonrisa insolente sentado enfrente de la directora del instituto Pandora, cuya función es velar por la seguridad de los diferentes, creció con un profundo odio hacia todas las especies de sobrenaturales en especial los vampiros. Él conoció la extraña verdad del mundo oculto gracias a su condición de entrometido, escuchando conversaciones ajenas.

Ex huérfano, sin haber construido una familia con hijos y una mujer predispuesta comenzó a tener una fuerte envidia hacia los vampiros por su destreza y su modo de relacionarse con otros seres. Desesperado buscó formas de parecerse a ellos. Intentó beber sangre vampírica como muchos humanos hacen pero descubrió por múltiples experimentos en animales (no iba a sacrificar su propia vida, el muy vanidoso) que solo desemboca en una adicción agresiva la cual termina con la muerte de la persona por no poseer las condiciones físicas para afrontar las consecuencias de esa sustancia. Pensó en dejarse morder por un vampiro, no sería muy difícil puesto que a pesar de tener una increíble fuerza e inteligencia siguen sucumbiendo a la sangre como esclavos. Pensaba viajar hasta un club nocturno, el cual vecinos testificaron ante él que ocurrían cosas extrañas, con el fin de entregarse como una presa fácil pero según sus averiguaciones los propios vampiros deciden en el momento si convertirte en uno de su grupo selecto. Sabiendo que él no sería tan afortunado, dejó de lado esa idea para sumirse en una dura depresión.

Tanta era su obsesión que llegó a trabajar como médico de cabecera en el Banco de Sangre. Cuando le informaron del cambio de firma en los dueños del lugar, investigó acerca de los nuevos compradores. Curiosamente los archivos de estos estaban vacíos así que su intriga se incrementó. Buscando información a cualquier precio, encontró que el Instituto Pandora estaba vinculado a ese negocio. Obsesionado marchó hacia esa escuela para reclamar con descaro que le acreditaran una importante suma de dinero porque si no divulgaría toda su sabiduría con respecto al mundo oculto y para asegurarse de que no lo mataran por su imprudencia les aseguró que tenía muchas pruebas las cuales saldrían a la luz si a él le pasaba algo. Desde ese momento se asegura de cobrar su cheque cada mes.

— Me imagino que estarás al tanto del faltante de suministros en el Banco. — Manifiesta Bass con un aire superior.

— Por supuesto que sí, pero no es mi tarea meterme en esos asuntos. — Ataca Eva con una falsa sonrisa.

— ¿Y quién es el responsable de ese asunto? — Pregunta con su gran ambición palpándole la conciencia con la idea de obtener más dinero extorsionando al pez más gordo.

— Eso no debería importarle, señor.

La caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora