Capítulo 7

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                     Completamente sola. Así se encuentra en el salón de gran chimenea en la Casona familiar de la familia Willmort. El fuego hace crujir a los leños que poco a poco se quema. El suelo de madera reluce a pesar de los años. Solo hay un inconveniente en la familiaridad del hogar, Jenna no puede mover su cuerpo. Como si estuviera petrificada en esa sala, intenta librarse de la parálisis temporal. Mientras el fuego arde en llamas, proyecta sombras alrededor de la joven parada en el medio de la habitación.

          Fijando la vista hacia la izquierda, donde distingue dos pies cruzados con zapatos de charol, sale de la penumbra un muchacho sonriente. Sus ojos totalmente negros dirigidos hacia ella, le provocan una sensación de pánico. No posee ni siquiera esclerótica, la parte blanca del ojo, el negro cubre la porción visible de su mirada. Viste un esmoquin oscuro con una corbata perfectamente anudada, como si fuera un ejecutivo. Dejando las tinieblas detrás de él, su cara emerge hacia la luz. Jenna ahoga un grito de espanto en su garganta.

— ¡Dean! Ayúdame. — Pide desesperada al ser ensombrecido.

              Pero el vampiro de ojos demoniacos, se limita a observarla inclinando su cabeza. Jenna sin entender lo que sucede, se estremece bajo la presencia de un ser detrás de ella. Risa. Lo único que logra escuchar es una carcajada fuerte resonando en la estructura antigua de la casona. Al cabo de un momento escucha en su oído, mientras Dean continua observándola en la otra esquina, las palabras que más miedo le provocarían "Te encontré".


                La joven abre de golpe sus ojos mieles sintiendo el corazón golpeándole salvajemente las costillas. De un salto, se incorpora del sillón negro, sin entender por qué esta allí. Notando su respiración agitada y su cuello ligeramente mojado por un sudor frio, pestañea varias veces para disipar las imágenes de ese sueño extraño. Echa un vistazo a la habitación de cuatro paredes para darse cuenta que en un rincón contra uno de los muros ocres se encuentra Dean mirándola expectante con un vaso de cristal en su mano izquierda lleno hasta la mitad de una sustancia aguada cobriza. El vampiro le da un sorbo.

— Al fin te despiertas.

— ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? — Pregunta llevándose una mano a la frente, temiendo la respuesta.

— Unas siete horas. — Contesta ladeando su cabeza. — Recuérdame jamás darte alguna bebida de las mías.

— ¡Siete horas! Mi madre me matará. — Susurra aterrada.

                       Tan rápido como puede, restándole importancia a la sensación de mareo, baja su cuerpo del sillón negro mientras se acomoda el vestido azul bastante sucio, bajo la mirada curiosa del vampiro quien bebe otro sorbo del vaso con una mueca de desagrado en señal de asco. El cabello despeinado y su vista impenetrable la distraen suficiente tiempo, para darse cuenta que pasó una noche con él. Está vestido con la camisa blanca obligatoria de Pandora, salida de sus pantalones negros que usó ayer por la noche. Jenna no consigue alejar su vista de ese ser tan admirable, concordando con el pensamiento que la invade, es suertuda de verlo de aquella manera. Ante los ojos sugestivos de Dean, aparta su vista sintiendo arder sus mejillas.

— ¿Acaso me drogaste ayer? — Pregunta intentando salir de allí cuanto antes.

— ¿Crees que soy alguna clase de depravado? — Contesta alzando una ceja.

— ¿Siempre respondes con preguntas?

— Casi siempre. — La joven pone sus ojos en blanco.

La caja de PandoraTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon