Capítulo 9

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                         Cuando ve al muchacho, quien sonríe como si la propiedad privada fuera un chiste, nota su mandíbula caer del asombro junto a su estómago que da un vuelco amenazando con devolver la poca comida ingerida en compañía de su amigo. El vampiro se presenta tan impecable como usualmente se encuentra, pantalones grises no tan anchos, su cabello revuelto en su cabeza y su pose despreocupada que refleja una extrema confianza, la cual Jenna envidia. Admira deleitada, a pesar de querer avivar el enojo que sentía contra él, la belleza que resalta de las facciones relajadas. Jenna sintiendo su corazón resonar contra sus costillas y conteniéndose para no saltarle encima rogándole que la perdone por lo que dijo, se aferra al pomo de la puerta viendo como sus nudillos se tornan de un blanco pálido por lo apretados que están.

— ¿Cómo es posibles que entres sin ningún problema? — Pregunta poniendo sus ojos en blanco, desviando la vista de aquel adonis.

— Digamos que tienes un pequeño problema de seguridad en tu departamento. — Comenta sin despegar sus ojos de ella.

— ¿Ahora que quieres?

— Vine a hacer las paces. — Informa levantando las manos en señal de paz. Jenna siguiendo a sus impulsos, abre la puerta, ganándose una mirada perpleja de los ojos cafés.

— Vete de aquí, mi madre llegará en cualquier momento.

— Las madres me adoran. — Comenta en un tono arrogante.

— Pero yo no, así que vete. — Ataca sabiendo que a pesar de todo puede que no sea verdad. Dean simulando estar dolido con las manos en el pecho se aproxima a ella.

— ¿Segura? — Pregunta colocando en un rápido movimiento un mechón de cabello de ella detrás de su oreja. — Puedo hacer que cambies de opinión, soy muy convincente.

— Enserio, lárgate. — Expresa perdida en la mirada del vampiro.

— No. — Niega como única respuesta, pero al ver a la joven anonadada prosigue. —Me preguntaste que quería, si me acompañas a Pandora te contaré absolutamente todo lo que quieras saber.

— ¿Por qué a Pandora?

— Allí hay una bruja que te quiere estudiar. — Confiesa caminando por la sala común del departamento, observando con atención la repisa donde están las fotografías familiares que tanto avergüenzan a Jenna. — Ella dirá si eres el indefinido que necesitamos.

— ¿En qué consiste el estudio de la bruja?

— Desconozco ese tema. — Informa levantando un retrato de marco negro que muestra a una pequeña Jenna junto a su hermano, los dos con el mismo suéter de Navidad que les tejió su abuela paterna. — Eres parecida a tu hermano.

— ¿Cómo sabes que es mi hermano? — Pregunta intentando arrebatarle el retrato familiar, el cual considera horroroso por su masculinidad de niña contagiada por los juegos físicos con su hermano.

— Tienen esa similitud que solo los hermanos poseen. — Comenta con un aire de nostalgia, el cual Jenna no entiende porque. Dean perdido en su mente deposita el retrato en la repisa ignorando las protestas de la joven.

— ¡Dean! — Exclama cruzándose de brazos para captar la atención del vampiro. — Exijo más que solo detalles de tu mundo, si quieres que vaya a Pandora contigo. Quiero que me digas todo lo que necesito saber para estar preparada en el estudio que me hará esa bruja.

                  El vampiro estudiando a la obstinada joven, la cual se acomoda en el sillón de la sala viéndolo expectante, se recuesta en la pared poniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Con una mueca acepta la propuesta de Jenna, sabiendo que no la podrá contradecir o, más bien que no tiene las fuerzas necesarias para utilizar el arte de la manipulación ya que el soul agotó sus energías.

La caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora