Capítulo 14

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           Las reuniones del Consejo se celebran siempre en el mismo lugar, desde que Eva Rinwood tiene memoria. Cada vez que solicitaban la presencia del Gran Juez, su padre Robert, la llevaba consigo para que su única hija se adentrara en los conocimientos del mundo oculto. Eva cuando era pequeña tenía la horrible impresión de que su padre le hubiese mostrado más cariño si ella fuera un heredero varón.

Solo Elizabeth, su madre, lograba que él no fuera tan duro con ella. Liz—como la apodaba su esposo— era humana y el enamoramiento de ellos estaba visto de mala manera por los ojos de la comunidad. Hasta condenaban que esos dos individuos hayan optado por casarse en la Iglesia cuando los brujos hacen una ceremonia sin la intervención de Dios. Cuando Liz dio a luz a una niña, los comentarios mal intencionados de que el ser más influyente de la comunidad había tenido por hija a una media sangre no se tardaron en escuchar. La niñez de Eva Camille Rinwood se centraba en cumplir las obligaciones dictadas por su padre. Al morir Liz prematuramente tras un ataque al corazón, Robert olvido como es vivir con uno y volvió a ser la fría criatura que solía ser antes de conocer a su esposa. Desde entonces con solo seis años de edad, las exigencias para Eva eran mayores.

          Recuperando la reputación del brujo más importante de la comunidad, escaló varias posiciones en el Consejo perpetuándose como el Gran Juez. Su primer decreto formal fue el designio de su hija como directora del Instituto Pandora, refugio de los sobrenaturales. Jamás creyó que Eva estaría de pie ante la sala del Museo de Artes declarando que en su escuela se encuentra el indefinido destinado a vencer.

— Juro ante este magno Consejo que existe una indefinida de dieciséis años estudiando en las instalaciones de Pandora. — Concluye con la mirada en alto y la mano derecha en alto.

        La sala de dimensiones medias se encuentra inquieta ante las palabras de la mujer. Los cuatro representantes sobrenaturales, sentados a la derecha del podio del Gran Juez, comienzan a murmurar entre ellos. Eva desde el estrado, a la izquierda de su padre, observa seriamente las reacciones de cada integrante del Consejo. Emma Warren se pone de pie reconstruyendo el silencio glaciar de hace un de minutos.

— El análisis de sangre no pudo descifrar su especie. — Aclara la bruja en tono grave. — Solo averiguó que tiene compatibilidad vampírica, es decir, que necesita sangre para que sus habilidades sean completas.

— ¿Cómo está al tanto de la situación, representante? — Interroga el Gran Juez, mirándola por encima de sus lentes.

— Tuve la oportunidad de apreciarla con mis propios ojos.

— Pero representante, ¿por qué no dio aviso al Consejo en cuanto estuvo al tanto? — Pregunta con una sonrisa maliciosa Jocelyn, la representante vampírica.

        Desde hace mucho tiempo los miembros del Consejo tienen en la mira a Emma con intenciones de destituirla de su puesto por los reiterados rumores que la vinculan con el Aquelarre, cuyos integrantes son solo brujos. Además la mala relación entre Emma y Jocelyn incrementa las acusaciones. Devolviendo una sonrisa petulante, la bruja, se dispone a contestar.

— La indefinida no conocía sus propias habilidades, por ende tuvo que ser sometida a un entrenamiento estricto. Era importante que ella pudiera dominar a la perfección sus dones para ser mostrada ante el Consejo.

— ¿Cuáles son sus habilidades? — Pregunta curioso el representante del pueblo de las hadas.

— Posee varias. — Contesta Eva. — Controla sistemas materiales ya sean objetos obsoletos o el cuerpo de un ser. Y recientemente descubrimos que también puede acceder a la mente pero solo como una visitante, no para cambiar los pensamientos o recuerdos.

La caja de PandoraWhere stories live. Discover now