Capítulo 6

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               Desde la ventanilla del automóvil Jenna percibe las luces de tonalidad rosada que iluminan la inmensa fuente de agua en la entrada del restaurant. Los destellos rosas alumbran a una mujer de cal grisácea sosteniendo una vasija ovalada por la que sale la incolora agua que se funde con la restante en la gran fuente. Puede leer desde su asiente el nombre "Per Se" a un costado de la inmensa estructura de vidrios largos. El brillo plateado del nombre sobresalido de la pared gris perlada, deslumbra a los clientes cegados por la belleza del edificio que se alza cual rascacielos hacia el imponente firmamento repleto de estrellas refulgiendo en el negro cielo. En una rápida maniobra, Helen, desliza al vehículo hacia el estacionamiento subterráneo reservado exclusivamente para comensales, donde lo que debería ser oscuro y húmedo es inundado por la luz blanca de los faroles haciendo de día el lugar. Jenna queda perpleja al distinguir las hileras de automóviles importados los cuales cotizan en miles de dólares.

         Cuando emergen de la superficie por un ascensor de impecable estado, se encuentran con una doble puerta delgada y alta hasta el techo, la cual es de color azul con líneas verticales mantecas en su contorno y con dos picaportes redondos de bronce. A los costados de ésta, dos enormes vidrieras rodeadas por un marco negro muestran el interior de un vestíbulo propio de la alta sociedad de la ciudad. Pequeños arboles verdes prolijamente cortados en redondel con masetas blancas cuadradas se encuentran en las esquinas. Un hombre de chaleco negro y camisa blanca abotonada en las mangas, les sonríe permitiéndoles la entrada a dicho edificio.

Bloqueando el acceso hacia los diferentes salones en los que se encuentran los comensales está un mostrador en forma de circunferencia, en el cual detrás de él muestra a una mujer de cabello lacio negro con un uniforme completamente oscuro. La señora con ojos saltones impacientes, intenta esbozar una sonrisa que Jenna etiqueta como insulsa, mostrando sus amarillentos dientes debido a la nicotina.

— Bienvenidas a "Per Se". — Saluda con una voz áspera producto del cigarrillo y del alcohol.

— Muchas gracias. — Responde Helen. — Tenemos reservaciones a nombre de Willmort.

— Pasen por aquí, por favor. — Indica conduciéndolas por la zona, tras haber escrutado un libro forrado en cuero con nombres y títulos.

          La mujer de aspecto repulsivo hace resonar sus tacones negros, reglamentarios en su trabajo, por el suelo de mármol color tierra reluciente. De pronto una puerta igual a la azul pero de color petróleo, se encuentra abierta de par en par, marcando el límite entre la recepción y donde realmente comienza la atención gastronómica. Sobre un suelo alfombrado con estampado de líneas irregulares, están las mesas redondas. Cada una de ellas es adornada por manteles largos color oliva con un centro floral hecho por especialistas en jardinería, que utilizaron orquídeas blancas.

Sillas tapizadas por la suave tela verdosa, se encuentran ocupadas por personas que destellan joyas en sus manos o en su rostro maquillado. En el ambiente se puede oler el dinero junto al humo espeso del cigarrillo, el cual hace toser a Jenna. La iluminación proviene de lámparas modernas colocadas a los costados de las paredes y de la araña hecha por cristales suspendida sobre la cabeza de la joven en mitad del salón. Nota algunas miradas curiosas sobre ellas que se deben a que no pertenecen a ese grupo selecto de personas pudientes.

           Hace meses que no pasa tiempo con su padre y, a pesar de ello, no cree que Steven haya conseguido un empleo el cual le brinda mucho dinero como para costear un restaurant tan exuberante. Se dice que para pagar solo un platillo de allí, su padre, debería haber robado un banco. Pero, aun así, el hombre las espera levantado de su silla aterciopelada en una mesa pequeña redonda al costado del ventanal enorme que abarca una pared. La mujer desagradable que las acompaña rápidamente al verlo, dispara su andar hacia el escritorio en la recepción. Sonriente, como si estuviera más que satisfecho por tener allí a su hija y a su ex esposa, se aproxima unos pasos para acercarse a ellas. Saluda con un beso en la mejilla a Helen, quien no oculta su alegría por verlo, e imita ese mismo gesto con su hija menor quien no expresa ninguna emoción festiva. Steven, como tantos otros hombres comiendo allí, viste un esmoquin negro clásico y zapatos oscuros de charol. Jenna lo observa detalladamente, le parece más joven y pálido de lo normal. Cabello entre castaño oscuro y negro como el de ella, prolijamente engominado con gel, barba recortada, cejas que se destacan por lo pálido como las de su hija, nariz aguileña y grandes ojos cuyo color miel da vida a la redondez de su cara. Nunca se percibió tan parecida a él como lo hace ahora.

La caja de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora