Abrazo 21: Noboru-san

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Narra Junta

El timbre de la casa sonó, y yo me levanté a abrir la puerta.

- Buenas noches, traigo su pedido. - Dijo un chico tras abrirla.

- Muchas gracias. - Dije sacando de mi cartera el dinero para pagarle. - Que tenga linda noche. - Concluí para tomar la comida y cerrar la puerta.

Coloqué la bolsa en la encimera de la cocina y dirigí mi vista al peli-negro que seguía dormido en el sillón.

No quería despertarlo, pero tenía que comer aunque fuera un poco, y siendo sincero...

Ggggrrrrrr

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de hambre de mi estómago.

- Ah. - Solté un suspiro. - Tal vez un poco... - Dije buscando en la bolsa de comida unos mochis que había ordenado. *

Encontré el recipiente y lo abrí, tomando uno rosa entre mis manos, para darle una mordida.

Me senté en una de las sillas del comedor dando otro mordisco al mochi, y me perdí en mis pensamientos un momento, dando varios cortos y pequeños bocados al dulce en mi mano; y cuando estaba por dar el último, un fuerte quejido hizo que diera un salto del susto y dejara caer el mochi al piso.

Rayos...

Luego otro quejido me sobresaltó de nuevo, haciendo que me levantara de la silla, caminando rápidamente y con preocupación hacia Takato-san.

El pobre ojiazul pataleaba y manoteaba sin despertar aún, y entre sueños gritaba y lloriqueaba.

Le di la vuelta al sillón con preocupación y comencé a moverlo de un lado a otro con cuidado, buscando despertarlo.

- Takato-san, Takato-san, Takato-san... - Lo llamé sin dejar de moverlo. -Takato-san. - Lo llamé una última vez, y con ésta, él se despertó de golpe, enderezándose al instante.

Vi como sus ojos se llenaban de lágrimas rápidamente y sus labios temblaban con miedo.

Sin dudarlo ni un segundo, me lancé a abrazarlo, rodeando su espalda y sintiendo como hundía su cabeza entre mis brazos.

- Tranquilo, sólo fue una pesadilla, sólo una pesadilla. - Dije varias veces, mientras que acariciaba su espalda en círculos hasta que logró calmarse.

Lentamente nos separamos y lo vi directo a sus ojos, los cuales estaban hinchados y rojos.

- ¿Mejor? - Pregunté preocupado, a lo que él asintió, pero sus ojos seguían cristalizados.

Rápidamente me paré del sillón y fui por la caja de mochis, luego me senté de vuelta a su lado, mirándolo directo a los ojos.

- ¿Sabes a qué se parecen estos mochis? - Le pregunté tomando uno verde y apretándolo un poco.

- ¿A qu-qué?

- A tu trasero. - Respondí con una sonrisa y él puso tal cara de extrañeza, que me hizo soltar una risa. - Sí, mira.

Me acomodé mejor en el sillón y tomé una de sus manos.

- Es esponjoso. - Dije apachurrándolo un poco. - Es redondito. - Lo delineé con uno de mis dedos. - Es graaaandee. - Hice énfasis en esa palabra. - Delicioso y me encanta. - Lo metí a su boquita. - Así que, cuando estés triste, recuerda que tu trasero es como un suculento y apachurrable mochi.

- ¿Qué clase de comparación es esa? - Preguntó masticando.

- Takato-san, ¿qué no te han enseñado que no debes hablar con la boca llena? - Lo abracé y me acerqué a él.

Muy Juntos Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora