Abrazo 37: Rociador de Lágrimas

948 56 171
                                    

Narra Takato

No tenía ni la más mínima intención de levantarme de la cama, estaba demasiado cansado y necesitaba dormir.

Mi alarma ya había sonado desde hace unos veinte minutos y yo seguía revolcándome en la cama, con un conflicto interno sobre si sacar mi lánguido trasero de las sábanas o dejarlo en la comodidad y calidez de estas.

Después de un par de minutos más, me decidí por acurrucarme y taparme mejor para dormir un poco más.

Sasaki-san no pasaría por mí, ya que había estado demasiado ocupado con todos los arreglos para "El Demonio Rojo", debido a que el estreno sería pasado mañana, por lo que no debía de preocuparme por atrasarlo a él también.

Cuando llegara al estudio, podría decir que el perro se comió al taxi en el que iba o algo así, ya pensaría en una excusa convincente.

Gracias a las cortinas, mi habitación seguía muy oscura, y el ambiente por afuera de la ventana era bastante tranquilo: se oía el leve murmullo de las personas, los autos y los pájaros.

Dejé que todo el sueño que tenía acumulado desde hace meses me relajara hasta que me sentí flotando sobre algodón, a punto de caer dormido profundamente y poder descansar.

Entonces la puerta fue azotada.

-♪♬Ánimo, ánimo, ánimo. Ánimo, ánimo, ánimo. One, two, one, two, three, four, five. One, two, one, two, three, four, five.♪♬

«¿Por qué no me sorprende?», pensé, mi mal humor estaba incrementando a niveles insospechados.

Me cubrí rápidamente con las sábanas hasta la cabeza y me hice bolita, convirtiéndome en un bollo enfurruñado.

Chunta seguía cantando esa rara canción, acompañado del sonido de las cortinas abriéndose y mi clóset siendo esculcado.

Gruñí al sentir algunas prendas cayendo sobre mí y rezongué cuando el tonto ángel quiso destaparme.

-♪♬Ánimo, ánimo, ánimo, Takato-san.♪♬ Vas a llegar tarde, levántate.

-¡No quiero! ¡Vete con tu "ánimo" a otro lado y déjame dormir!

-Vamos, Takato-san, no seas cascarrabias -dijo, encontrándome por debajo de las sábanas y tomándome de las axilas para sacarme.

-¡Cállate! -bufé, aferrándome al cubrecama, reacio a salir.

-Takato-san, si sales de la cama, te compraré un pastel en cuanto salgas de trabajar -expuso, soltándome al ver que no estaba dispuesto a cooperar.

Yo saqué la mitad de mi rostro de las sábanas y lo miré con ojos afilados.

-Bueno, dos. ¿Qué te parece?

Me quedé pensando un rato, y al sopesar las opciones, supe que no, un pastel no valía ni medio minuto de sueño.

Me volví a meter debajo de las sábanas por completo y me alejé lo más que pude del lado donde él estaba.

-Takato-san, vamos -pidió, y antes de que me diera cuenta, ya tenía el torso de fuera por la tremenda fuerza de Chunta.

Me sacó por completo y yo asomé mi labio inferior un poco más, haciendo un puchero.

Quería dormir, pero sabía que tenía que cumplir con el trabajo.

En mis casi once años como actor, nunca me había sentido tan reluctante a tener que salir de la cama. Así estuviera muriendo de fiebre, yo siempre voy y hago todo lo que tengo que hacer con la mejor cara, pero ahora, por alguna extraña razón, sólo quería jalar a Chunta conmigo y quedarnos en cama todo el día.

Muy Juntos Por SiempreWhere stories live. Discover now