Abrazo 23: No Descartes Mi Existencia

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Narra Junta

- ¡Takato-san! ¡Takato-san! - Gritaba con todas mis fuerzas, mientras que corría lo más rápido que podía hacia mi amado azabache, el cual estaba inundado en lágrimas, sentado en la oscuridad que nos rodeaba y tapando su rostro con sus delgadas y maltratadas manos.

Su desolador llanto resonaba en mi cabeza, me aturdía y me llenaba de pesar.

Seguía corriendo, pero no lograba avanzar, no iba a ningún lado.

Takato-san me necesitaba, necesitaba que estuviera ahí para él y yo no podía acercármele.

La horrible impotencia me invadía, haciéndome sentir tan mal, que parecía que mi corazón se derretía.

No podía dejar a Takato-san sufriendo en soledad, llorando con desesperación y sin unos brazos que lo pudieran cobijar.

- Chunta... Chunta... - Oía como me nombraba una y otra vez en un lánguido lamento. - ¿Por qué no estás aquí?...

- ¡Takato-san! ¡Estoy aquí! ¿¡No me oyes!? - Grité como respuesta, desgarrándome la garganta por la intensidad de mi bramido, pero mi voz no salía de mi boca. - ¡¡Takato-san!!

- No descartes mi existencia...

.

.

- ¡¡Ah!! - Grité con temor, enderesándome en la cama al lograr despertar.

Mi respiración estaba muy agitada, podía sentir los latidos de mi sobresaltado corazón golpeando mi pecho junto con un sudor frío que me recorría todo el cuerpo, dándome escalofríos; todo giraba a mi alrededor, todo estaba borroso.

Estaba, de cierto modo, aliviado de que todo hubiera sido un sueño; pero contrariamente, y por alguna razón, el horrendo miedo que sentía, me calaba hasta el alma y parecía no tener la intención de dejarme tranquilo.

La oscuridad de la noche me envolvía como una manta y el silencio nocturno me ensordecía, aumentando mi ansiedad.

No descartes mi existencia.

Aquella voz no dejaba de sonar en mi cabeza, no lo soportaba más, lo odiaba.

Pero de pronto, sentí una cálida mano en mi espalda y otra tomando mi diestra.

No pude evitar dar un respingo ante la sorpresa, pero al girar mi cabeza, me encontré con unos ojos de zafiro mirándome con preocupación.

Una de sus manos acariciaba mi espalda con suavidad, mientras que la otra sostenía mi mano firmemente, logrando tranquilizarme.

Tragué con pesadez y cerré mis ojos por un momento, intentando calmarme por completo.

La calidez de sus manos me ayudaba en mi cometido y sus pequeños susurros reconfortantes también.

- Tranquilo. - Susurró escasamente. - Sólo fue una pesadilla.

Yo asentí débilmente, como si me faltaran fuerzas, y luego abrí mis ojos.

Los azules ajenos parecían brillar entre la abrazadora oscuridad que nos rodeaba, se veían hermosos.

Vi como Takato-san se estiró hasta alcanzar la lámpara que estaba sobre la mesita de noche y la encendió.

No sé qué cara tenía, pero cuando volteó a verme de nuevo, su expresión cambió a una asustada.

Soy tan real y tangible como la tersa y blanca piel del doncel a quien tanto amas.

Muy Juntos Por SiempreWhere stories live. Discover now