Abrazo 34: Hawái

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Todo lo que no sea dicho en japonés estará escrito en itálicas y las llamadas también.

Narrador omnisciente.

Takato no pudo evitar sentirse mal por Yabuko-sensei.

La pobre estaba demacrada, con feas ojeras y parecía estar a punto de caer en una desquiciante locura.

Pero él suponía que era de esperarse, ya que, aunque otros maestros la ayudaran, ser la responsable de cuarenta alumnos inquietos y encerrados en un cilindro volador por siete horas y media, no sonaba nada fácil.

Aunque a decir verdad, el vuelo tampoco había sido muy agradable para él.

El asiento de Junta había estado al frente del avión, mientras que el suyo casi hasta atrás. Y si bien pudieron simplemente cambiar los boletos con alguien más y fingir que nada había pasado, ambos llegaron a la conclusión de que aquello no era buena idea debido a las malas y juzgadoras miradas que todo el tiempo estaban sobre de ellos.

Querían evitar otro incidente como el que había causado que limpiaran los baños de toda la academia con la cara llena de moretones.

Pero no sólo tendrían que ir completamente separados en los vuelos, sino que tampoco compartirían habitación; aunque aquello sí lo habían logrado arreglar acordando escabullirse hasta terminar juntos en la misma cama.

Si bien para ninguno de los dos fue un viaje increíble, en definitiva la situación que había vivido Junta había sido mucho peor a la de Takato.

Mientras que Takato había tenido un viaje muy ameno con Hisakawa, lleno de risas y juegos en las pantallas de los asientos (aunque también con un poco incómodo por los reducidos espacios); la persona que se había sentado al lado de Junta tenía claros problemas con sus glándulas salivales y nasales, ya que ese sujeto había caído profundamente dormido sobre el hombro de Junta en cuanto el avión despegó, y conforme las horas pasaban, la manga de la playera del rubio había terminado completamente empapada con baba y los ronquidos se escuchaban en todo el avión.

Al final del vuelo, Junta tuvo que cambiarse de playera y tirar la que estaba llena de viscosidad flemosa.

Sin duda, ambos preferían viajar en primera clase; uno por temas de comodidad y el otro por privacidad.

Así que una vez que llegaron a tierra firme, se sintieron liberados.

Si bien la estructura del aeropuerto de Hawái lucía como cualquier otra, todos los recuerditos inútiles con forma de bailarinas hawaianas o máscaras tiki, les confirmaban que estaban en esa isla estadounidense. Además, cada cinco segundos se topaban con algún letrero que decía "Honolulu, Hawái".

El clima era ligeramente más húmedo y tropical que en Japón en verano, y en definitiva, mucho más cálido que el país asiático en ese mes; por lo que lo sentían bastante familiar.¹

Primero que nada, se registraron en el hotel; uno que no era ni tan de lujo, ni tan motel de pulgas; y luego, la mayoría cayeron dormidos por el agotador viaje. Pero ambos al estar acostumbrados a varias horas de vuelo, salieron por ahí pese a ser de madrugada².

Como las actividades programadas por la academia empezaban hasta el día siguiente, fueron libres de hacer casi todo lo que quisieran; y obviamente, lo primero que querían era verse, ya que habían pasado alrededor de diez horas sin siquiera oír sus voces.

Y justo cuando Takato hubo salido de la habitación que compartía con Akira para dejarla dormir, su celular vibró por una llamada entrante de Junta.

Muy Juntos Por SiempreWhere stories live. Discover now