Introducción

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Según el sismógrafo, se detectó un mínimo, pero significativo temblor en la ciudad de Counterville, nadie lo notó porque fue reemplazado por los gritos de miles de fans de Julien Garnier. La disquera estaba filmando un documental de la gira del momento. La gente empezaba a alborotarse porque sabían que faltaba poco para que su cantante favorito apareciera en escena. Ellos esperaban al chico de la gran sonrisa... Lástima que solo me tenían a mí.

Sonreí sin pisca de gracia viendo mi apariencia en el espejo, ¿qué me habían hecho y por qué lo había permitido? Tenía un peinado horrible, sin contar el cabello azul y los brillos en la cara que nunca pedí que me pusieran. Odiaba al tipo que veía en el reflejo. Odiaba la ropa que llevaba puesta y odiaba en lo que me había convertido.

—¡Cinco minutos! —gritó alguien de producción afuera de mi camerino, el estilista me estaba poniendo más brillo en el rostro y solo pensaba en lo horrible que sería quitarme eso al final del día.

—Julien, estás sudando mucho, voy a tener que usar mi base más poderosa la próxima vez —dijo con una risilla, creí que estaba bromeando así que sonreí.

—¡Cuatro minutos! —gritaron desde afuera y me levanté retirando su mano, no quería más brillo.

—¡Julien, falta terminar con el iluminador!

—No, ya terminamos con el iluminador, gracias —Le di una sonrisa más y salí de ahí lo más rápido que pude.

Caminé intentando respirar porque sentí que me faltaba un poco el aire, un camarógrafo del documental venía hacia mí y decidí entrar al baño huyendo nuevamente. Últimamente nadie me dejaba tranquilo. Me mojé un poco el cabello sabiendo que me iban a gritar por quitarme ese horrible peinado.

—¡Tres minutos! —gritaron desde afuera, inhalé un poco de aire y salí para correr hacia la zona del escenario.

—Hola, Julien. —Una chica nueva de producción pasó saludando y le guiñé el ojo mientras ella sonreía. ¿Qué estaba haciendo? Yo no era así.

—Julien, ¿estás bien? —La nueva asistente me tocó la frente y me alejé rápidamente— ¡Estás ardiendo en fiebre!

—No sé de qué estás hablando. —Miré a mi alrededor y noté lo que había olvidado— ¡Agua, por favor! —grité y alguien puso otra botella en mi mano. Le di un sorbo antes de sonreír como si nada hubiese pasado para luego tomar el micrófono listo.

—¡Dos minutos! —gritó casi en mi oído y lancé la botella de agua a la basura.

—No necesito agua, necesito algo más. ¿Dónde está mi energizante? —volví ya fastidiado. Si no me tomaba uno, iba a explotar. Llevaba como tres días sin dormir y no lo había sentido hasta ese momento.

—Rob dijo que no es bueno que tomes tantos energizantes... —comentó mi asistente mirando el piso.

—Rob no es mi padre y voy a tomar los energizantes que quiera porque es mi maldito dinero, ¿oíste? —Abrí la lata y me tomé el energizante entero. Estaba harto de que todos me dieran órdenes.

—¡Un minuto!

—¡¡Ya te escuché!! —Le grité de vuelta y por fin se quedó callado, me estaba irritando.

—¡Garnier! —gritó alguien cuando estaba por tirar la lata del energizante a la basura.

—Rob —Sonreí de lado y lo interrumpí cuando vi que hablaría porque vio lo que tenía en mi mano—. La verdad no tengo ganas de escuchar otro sermón. Andrew ya me dio uno ayer a las tres de la madrugada y adivina qué: ¡ni siquiera lo recuerdo! —Me eché a reír fuerte y paré al ver que no se reía conmigo—. Ay, por favor. Soy gracioso, amigo.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora