Catorce

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—Julien, estás hermoso

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—Julien, estás hermoso. —Chase me miró orgulloso.

Sé lo que estás pensando...

Pero eso solo me lleva a volver un momento a la noche anterior justo después de despedirme de mis padres para ir a dormir.

Chase iba también a su habitación con un pijama de dinosaurio por el pasillo junto a una taza de café. Lo miré y pregunté por qué, él me respondió, «¿Por qué no?». Eso me hizo reflexionar y llegué a la conclusión de que ya sabía cómo iba a empezar el concierto de Glasswood, la ciudad que me vio nacer.

Un disfraz de dinosaurio y un triciclo.

Volviendo al tema, faltaba una hora para el concierto, el Meet & Greet había terminado y yo me estaba probando el vestuario. Uno de ellos, el de dinosaurio. Y sí, estaba hermoso.

—Gracias por conseguir el disfraz, amigo, está genial. —Me reí viéndome al espejo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jade entrando al camerino de pronto.

—Eh, Jade, he decidio suprimir uno de tus vestuarios. El primero, de hecho. —Le sonreí señalándome, ella me quedó mirando, yo me di la vuelta y modelé un poco.

—Los dos son muy tontos, pero los quiero, chicos. Te queda hermoso. —Jade se rio y pellizó nuestras mejillas. —Eso sí, avísame antes de hacer estos cambios repentinos porque me mato eligiéndolos todos los días, ¿bien?

—Sí, capitana —Ambos hicimos un saludo militar casi al mismo tiempo y Jade sonrió negando con la cabeza.

—Como dos niños pequeños. Los adoro.

Y así fue como empezó el concierto. No hace falta contarlo, pero lo haré porque fue uno de los mejores de la vida. Vi a mis padres llorando de orgullo desde su asiento (y tal vez un poco de vergüenza por lo del dinosaurio), se rieron, sin embargo.

—A que no se esperaban esa, eh. —Me acerqué mucho al micrófono y el público se rio. —¡Pues hoy tenemos más! ¡Música, señor director!

Una tonada predeterminada demostrando que un show iba a empezar sonó por todo el lugar y luego mi foto recortada sobre la cara de un presentador de televisión apareció en las pantallas.

»¡Bienvenidos al show de Julien Garnier! —Todos empezaron a aplaudir y me acerqué a uno de los sofás que producción había colocado en medio del escenario. —Como primer bloque de mi programa, el show de Julien Garnier, quiero invitar a cinco personas que nos quieran impactar con su gran voz. Así que vamos a hacer algo. Primera regla, deben tener una gran voz. Segunda regla, debes levantar la mano en silencio y yo los miraré a los ojos. Los ojos son la puerta del alma, yo sabré ver quienes son los elegidos. —Hice una pausa y decidí acotar algo—. En realidad solo los voy a elegir al azar. Tengo miopía. —Todos empezaron a reír y me sentí feliz porque sí se reían de mis chistes, no como Rob. El público se mantuvo en silencio y empecé a elegir. Pero me detuve y elegí a una sexta persona. Mi madre. Ella no se lo esperaba, pero tampoco dudó en levantarse y demostrar el talento que tenía. Después de todo, si mi padre había inculcado en mí el gusto por los instrumentos, mi madre lo hizo por el canto. —Hola, ¿cómo estás? Dinos tu nombre, por favor.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora