Prefazione

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Se sentó algo exhausto en su cama, sus ojeras marcadas producto de las horas sin dormir y los ojos hinchados mostrando las horas que le había estado llorando a su miserable vida, todo hecho un desastre a su alrededor dentro de un cuarto de mierda, esa era su vida.

Se quejó al sentarse, su estómago se había vuelto un poco más pesado que antes, ya le costaba levantarse por las mañanas, imaginaba que también le costaría levantarse de su silla en unos meses, cada día más reventado que el otro.

—¿Debería morir ya? —echó su cabello hacia atrás, bostezando débilmente, ¿qué más podría hacer? ¿Vivir una vida de mierda todo el tiempo? ¿Cuál fue su error?— . Yo no quise esto...

Volvió a tirarse en su cama, haciendo con su vista una barrida completa a su cuarto, localizando las cosas que debía usar para ese día, entonces fue donde vio su camisa a un lado del sillón junto a su pantalón, y estaba seguro que los zapatos estaban debajo de la cama. Ahora que tenía localizado todo, podía continuar con su rutina.

Se paró con algo de esfuerzo y empezó a vestirse, dormir desnudo era una de sus cosas favoritas, la única libertad que tenía en ese momento. Lavó su cara y sus dientes, revisando la hora y poniendo sus hojas en el maletín, si, hacía todo eso a la vez.

—Falta sombras por aquí... —con una brocha aplicó suavemente la sombra en su ojo—. Privilegio de trabajar en una empresa de cosméticos —el último retoque fue el final de su rutina de todas las mañanas, así que con esas pintas marchó hacia el que es su preciado trabajo.

—¡Buenos días JiHoon!

—¡Buenos días señor Park! ¡Buenos días señor Kim! —le sonrió al viejo señor Park que todos los días se postraba fuera de los apartamentos, conversando con su fiel amigo, Kim.

—Ten un lindo día, omega.

JiHoon hizo una reverencia caminando con esfuerzo hasta el final de la calle encorvada, sería lindo si fuera de bajada, sería más rápido.

La noche anterior había recibido un mensaje de MinGyu, podía notar la alegría de este al escribirle miles de mensajes bajo el apodo de «JiHoonie», que sabía, utilizaba solo para ocasiones especiales.

«¡Podemos tener un contrato importante! Te cuento luego».

Releyó el mensaje una vez más para espabilarse en lo que quedaba del día, si su amigo estaba feliz, el también.

Y si el contrato cambiaba su vida, la de el también.

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Omega en apuros 𓏲ָ  SoonHoon (Editando)Where stories live. Discover now