VIII: Bebita

8.6K 834 38
                                    

—Ella... ¿Es hija de uno de... Esos hombres? —preguntó confundida su madre.

Sus padres habían ido al hospital a conocer a su hija, y cuando vieron a la bebé, lo primero que notaron fueron sus orejitas de gato.

—Sí, su papá es uno de esos hombres.

—Es muy linda, hija, felicidades —sonrió suavemente su progenitora—. Se parece mucho a ti.

—Es verdad, me recuerda cuando tu madre te tuvo —sonrió su padre—. Es una mini copia tuya.

Charlize sonrió y acarició suavemente una de las manitos de la niña, escuchando como pronto comenzó a quejarse, antes de llorar.

—Creo que tiene hambre —sonrió enternecida, al escuchar su llanto finito.

Sus papás salieron de la habitación para darle privacidad para alimentar a la niña, y que ella se sintiera más cómoda de ese modo.

—¿Crees qué debamos avisarle a ese tipo?

—No —pronunció serio su marido.

—Pero debería saberlo, es el padre de la niña después de todo. Y Charie perdió su celular, no tiene forma de comunicarse con él.

—Ese tipo es un desastre, no vale la pena. Nuestra hija y la bebé están bien sin él.

—Lo sé, pero sigo creyendo que debería saberlo. Al menos un mensaje no más, para que sepa que la niña nació y está bien.

***

Sintió su celular vibrar, y al tomarlo, vio que tenía un mensaje. Confundido lo abrió, sin poder leer por su vista borrosa lo que allí decía, por lo que se centró en la imagen del mensaje.

Era un bebé.

Sonrió, con la vista cansada, mareado, llevando una de sus manos hacia la pantalla, tocando con la punta de sus dedos la cara de la criatura.

Ese era su bebé, su hijo, no necesitaba leer nada para confirmarlo. Se parecía mucho a Charlize, tenía la misma forma de nariz pequeña.

Soltó el celular, y se cubrió el rostro con ambas manos. Su hijo había nacido y él no había estado allí. Al final, haber salido del centro de rehabilitación no había sido la mejor idea.

Pelear por última vez, para comprarle algo a la criatura, no había sido una buena elección. Fumar con su compañero aquello, a modo de despedida de esa "vida" de vicios, tampoco... Quedarse toda la noche inhalando, bebiendo, inyectándose, mucho menos.

Estaba tan drogado aún, con tanta reseca, que ni siquiera sabía cómo había llegado a su departamento.

Charie, pensó su confunsa mente, obligándolo a sentarse en la cama, mientras todo comenzaba a dar vueltas a su alrededor.

Sentía la garganta seca, necesitaba agua, y darse un baño urgente. Tanteó los bolsillos de su pantalón, buscando el dinero que le habían quedado.

Tal vez aún le quedaba algo para el pequeño, pero nunca lo halló, ya no tenía nada.

***

—Que preciosa eres, mi pequeña —le dijo con amor, viéndola alimentarse de su pecho, mientras la bebé clavaba sus uñitas en su piel, hambrienta.

En verdad había tenido miedo por ella, que por la vida que había llevado los primeros meses de embarazo en el departamento de Sebastien, le hubieran afectado en la salud a la pequeña.

O qué por las drogas que él consumía, la niña naciera con alguna formación, o problemas de salud.

Pero no, su hijita era sana, y era la criatura más hermosa que había conocido en su vida.

—Muy glotona —sonrió acariciando sus mejillas gorditas, su suave cabello oscuro, sus pequeñas orejitas especiales.

La especie de Sebastien no era muy común en su ciudad, pero tampoco eran despreciados como en otros lugares. Aunque sí, las personas eran un poco precavidas con ellos, debido a los comentarios mal intensionados que habían de ellos.

Tomó su celular, y abrió su galería, encontrando una foto de él. Quizás el único día dónde lo había visto sobrio, limpio.

Habían salido muy temprano en la mañana, y se la habían pasado todo el día paseando, comiendo en diferentes lugares, disfrutando como una pareja más.

Quizás ese día, había sido el único en el que había podido disfrutar el azul de sus ojos, su encantadora sonrisa... O de sus besos.

"—¿Y cuándo te crecerá la panza?

—Creo que al tercer mes.

—Ya no falta nada —sonrió emocionado, apoyando una de sus manos sobre el vientre de ella—. Seré un buen padre, Charie, lo prometo.

Ella asintió con la cabeza, sin mirarlo. Porque sabía que eso era mentira, como todo lo que él le decía. Era una drogadicto alcohólico, que no podía dejar sus vicios.

Al cual no le importaba nada más.

—Tenemos una familia muy pequeña, pero especial.

Ella levantó la cabeza, y él le sonrió, antes de besarla, y que la castaña le correspondiera.

—Te amo mucho, amor... Y amo mucho a nuestro bebé —sonrió cálidamente."

Miró a su hija, ya dormida, y las lágrimas se acumularon en sus ojos. No, él no amaba a nadie, era sólo un pobre tipo trastornado, nada más.

...

Muy difícil es dejar los vicios...

Ayer me quedé sin datos :c por eso no pude seguir actualizando hasta hoy.

Sin míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora