5 |Lindir- No marchare|

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Permanecía sentada mirando el agua caer de la cascada, tan cristalina, tan pura y fresca.

Sin duda, Rivendel era uno de los lugares más hermosos, pero ahora nada sería igual sin su compañía. Este lugar no sería igual; los elfos comenzaban a marchar para nunca volver.

Arwen se iría al igual que Lindir, el único elfo al que no le importó que fuera mortal.

—Niña linda. — Lindir se acercó sonriendo y enseguida tomó asiento al lado mío. Sentí su tacto cuando apartó mi cabello de la cara.

Traté de sonreír lo más que pude y tomé su mano, haciendo que él dirigiera su atención a mí.

—No me iré de aquí, ¿entiendes? Hablaré con Lord Elrond y le expresaré mis motivos para no marchar, decirle que puede ceder mi lugar si es posible.

—No. — dije tranquila mientras miraba la paz que transmitía ese lugar, tratando de mitigar el dolor del momento —. Tú debes partir con tu pueblo, amor mío. — él me dedicó una mirada confusa, no entendiendo a qué me refería o por qué decía aquello. —. Sabes que si te quedas, nada bueno te aguarda... yo moriré, en cambio tú me verás hacerlo — suspiré tratando de que mi voz no me fallara —. Quiero que te vayas, Lindir, que vivas muy feliz.

—Yo puedo decidir quedarme, no quiero estar sin ti. — sus palabras fueron procesadas lentamente; yo no quería eso para él, no quería ser egoísta.

—Si pretendes quedarte por mí. — miré con los ojos vidriosos hacia el lado contrario de Lindir y pude percatarme de que Arwen nos observaba con su mirada triste y vacía, como si hubiera sido obligada a tomar un camino que ella no quiere seguir. Ella tenía que pasar por lo mismo que Lindir —. Terminamos — pronuncié con dificultad y un dolor punzante en el pecho.

Sentí cómo él se aferraba más a mi mano, sin llegar a lastimar.

—¿Qué?... No, no, Verlu, por favor, podemos..., podemos arreglar esto...

—Debes marcharte, debes ir con los tuyos. — quería mirarlo y abrazarlo, pero sabía que si lo hacía no habría manera de separarme de él, así que solo me levanté y me fui. Las lágrimas amenazaban con salir mientras escuchaba cómo me llamaba.

El día en que ellos partirían había llegado, solo se quedarían Lord Elrond y unos cuantos elfos más por el momento. Los demás marcharían.

Abracé a Arwen con dificultad; me dolía también su partida y sé que a ella también.

—Por favor, Arwen, cuida a Lindir, quiero que sea feliz — pedí, no pudiendo evitar que las lágrimas salieran de mis ojos. Ella me dedicó una mirada tierna que logró darme consuelo en un momento tan difícil.

—Y tú cuida a Aragorn, sé que ellos lo lograrán — se apartó de mí y puso una mano en un pequeño bolsillo de su vestido buscando algo —. Toma — extendió su mano dándome una pequeña bolsa, en realidad, una hoja verde —, lo podrás ver cuando marchemos.

Asentí ante la petición de Arwen.

La estaban llamando, así que se retiró, no sin antes sonreír por última vez.

Por un balcón observé cómo todos estaban afuera preparados para marchar, Lord Elrond se apoyaba en Arwen, Lindir permanecía callado y triste. ¿Estaba yo haciendo lo correcto al igual que Lord Elrond?

Espero que sí.

Si ellos se quedan, solo obtendrán sufrimiento.

—Buena suerte, amor mío, que seas muy feliz, perdóname. — susurré mientras lo miraba por última vez. Terminé por apartarme del balcón.

.

Al caer la noche, mi mente no me dejaba descansar; salí a dar un paseo al jardín. Me recargué en un árbol, tratando de absorber la paz que transmitía la noche; la luz de las estrellas era hermosa, pero no parecía ser la misma, nada lo sería, él era quien iluminaba mi vida.

No era la única que estaba triste; también se podía notar en Lord Elrond, pero él vería a Arwen de nuevo, en cambio, ¿Aragorn? Fue en este momento que me di cuenta de la estupidez que cometí.

Quise acomodarme mejor, pero al instante sentí algo duro que me incómodo; de mi bolsillo saqué aquello que me había dado Arwen antes de marchar, "Lo podrás ver cuando marchemos". No entendía a qué venía esa petición; ya era momento de ver qué había dentro. De la pequeña bolsa, algo brillaba ante la luz de la luna; saqué su contenido encontrándome con un anillo plateado que llevaba una pequeña piedra morada.

En el interior del anillo venían

dos letras talladas "V & L".... Verlu y Lindir.

.

El elfo marchaba a Valinor; podía notar que no era el único que quería dar la vuelta y regresar.

—Lindir. — llamó una voz a su lado.

—Mi lady — respondió Lindir, mirando a su señora Arwen.

—¿Qué estamos haciendo? — preguntó ella con desconcierto. Él entendió la pregunta y ese sentimiento, pues sentía lo mismo que la joven.

—Lo que ordenó mi señor. — sintió cómo la elfa dejó de continuar; él hizo lo mismo —. Mi lady, debemos seguir, no podemos retrasar.

—Yo no quiero ir. — dijo segura mirando al elfo —. Y sé que tú tampoco.

—Lord Elrond quiere que...

—Sí. — interrumpió la joven —. Mi padre ya ha decidido mucho por mí; él cree que es lo correcto, ¿pero tú sientes que sea lo correcto? — Lindir negó —. Si hago lo que mi padre dijo, marcharé a un lugar hermoso, pero marcharé vacía; mi corazón se habría quedado para siempre aquí con él. — Lindir sabía que se refería a Aragorn —, y sé que el tuyo también.

Asimilaba las palabras de la joven; tenía razón, no podía irse, no era lo que quería y estaba consciente de que viviría infeliz eternamente.

La joven extendió la mano al elfo para que subiera al caballo, lo cual él aceptó. Ambos regresaban a Rivendel, sin importar qué pasara.

...

—¿Dónde está ella? — preguntó Lindir a uno de los elfos; Arwen estaba hablando con su padre, explicándole la situación.

—Ella...

La joven fue a su lugar preferido, el jardín, donde siempre solía estar. Pero ya había alguien sentado ahí.

—Disculpa, ¿te molesta si me siento aquí? — para su sorpresa, no respondió; ese alguien era Lindir, quien estaba muerto de felicidad al escuchar su voz.

—Ni siquiera debes pedir permiso. — ella abrió la boca de sorpresa y abrazó al elfo.

—¿Pero qué? Tú no deberías estar aquí, ¿por qué te quedaste?.

—No lograría ser feliz jamás si no estabas a mi lado, pero ahora que vuelves a estar conmigo — se inclinó ante ella —. Verlu, ¿te casarías conmigo? — la chica no tardó en asentir. Sacó el anillo de su bolsillo y se lo dio para que él pudiera colocarlo.

Ambos se abrazaron; no importaría cuánto les quedara, permanecerían juntos hasta el último momento. Porque se amaban y eso nadie lo iba a poder cambiar.

Ni siquiera el tiempo.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora