50- |Elrond| Rechazada 2

1.3K 99 20
                                    

Había pasado bastante tiempo desde que partí de Rivendel, al lado de Bilbo Bolsón y los enanos. Para mi suerte, encontré a alguien que ayudó a sanar mi corazón roto. No solo lo sanó, sino que buscó cada pedazo de él y lo cuidó. Todo este tiempo me quedé viviendo en el Bosque Negro, ahí fue exactamente donde conocí a Leggy. Después de tanto tiempo, él con su corazón partido por una elfa, y yo con el mío, ambos nos ayudamos mutuamente. Lamentablemente, tuvo que irse un tiempo, pero regresó, regresó por mí, y gracias a eso arregló ciertos malentendidos o roces con su padre, quien me empezó a tratar de buena manera, para mi sorpresa.

Aun después de todo eso, me armé de valor cuando decidí acompañarlo a Rivendel, había sido llamado a un concilio. Él sabía sobre mi pasado, entre nosotros no había secretos, insistió en que mejor no fuera, pero sé que tarde o temprano todos los problemas se enfrentan. Además, ya no siento nada por el medio elfo.

Salí de mis pensamientos al sentir unas manos en mi cintura. Miré hacia abajo y ahí estaba Leggy, sosteniéndome para ayudarme a bajar del caballo. Le sonreí, dejando escapar una risita, mientras él me bajaba como si fuera una pluma, con tal facilidad.

Antes de continuar nuestro camino, al encuentro de los demás, él me observó con detenimiento y cierta preocupación. Ya sabía lo que quería expresar...

—Leggy... —comencé a decir—. Estaré de maravilla, ¿sí? Mientras tú estás en el concilio, yo veré a una vieja amiga. —Mientras lo decía, sentí que me miraba con cierto recelo, pero no dije nada más.

—Tú ganas —habló ronco sobre mis labios—. Si pasa cualquier cosa, me llamas, no dudaré en sacar mi arco. —Me reí por su comentario y volví a darle un suave y corto beso en sus labios.

—Te veo pronto entonces —dije finalmente, mientras él se dirigía hacia el lugar del concilio.

Pasé un largo tiempo explorando el que antes había sido mi hogar. Nada había cambiado casi, excepto por pequeños detalles. No me importaba tener algunas miradas de elfos frente a mí, quienes, aunque trataban de disimularlo, parecían juzgarme o mirarme con duda, como si fuera una traidora. Pero ellos no sabían la historia por la cual me fui.

Antes de seguir caminando, escuché una voz conocida. Comprobé de quién era cuando esta se detuvo en el mismo pasillo en el que yo me encontraba. En vez de mirarme mal o evitarme, salió corriendo a abrazarme, uno de esos abrazos cálidos de bienvenida que no creí sentir.

—¡Mellon! —escuché su dulce voz mientras se iba separando de mí—. ¿Pero dónde has estado? —su rostro dejó ver preocupación. En ese momento me sentí culpable por irme sin darle ninguna explicación.

Suspiré hondo; no quería más secretos, ni con mi mejor amiga. Si la perdía, simplemente me sentiría con la conciencia limpia.

—Vayamos a otro lado, debo contarte —ella me miró con extrañeza, pero accedió. Nos fuimos caminando hasta los jardines, sentándonos justo al lado de la cascada, donde se sentía una paz y tranquilidad.

—¿Y bien? —habló tratando de dibujar una sonrisa en su rostro, pero se desvaneció cuando aparté la mirada—. ¿Qué ocurre?

—Arwen, yo... —volví a tomar una bocanada de aire para tomar valor—. Me fui de aquí porque le confesé a tu padre mis sentimientos por él... —sin atreverme a mirarla, agaché la cabeza. Solo podía escuchar su respiración, hasta que sentí una mano suya sobre mi hombro, indicándome que continuara.

—Y él, ¿qué fue lo que te dijo? —preguntó en un tono que no me esperaba, sino uno de preocupación y angustia.

—Básicamente que no correspondía a mis sentimientos, Arw... —recordé eso y seguía habiendo un pequeño nudo en mi garganta, pero no era por él, sino porque se lo estaba confesando a mi mejor amiga de toda la vida, y ella tenía todo el derecho de enojarse. Ahí estaba, brindándome su compañía y apoyo—. Me fui para no morir de la pena... Sobreviví a esto. —Me giré para verla, ella mantenía sus ojos puestos sobre mí. Cuando me vio, intentó sonreírme para abrazarme.

—Te extrañé demasiado... No entiendo por qué no me contaste antes. Debiste haber...

—Lo sé, Arwen, pero no pude, era tan cobarde.

—Yo también —soltó de pronto.

—¿Qué? —la miré incrédula—. ¿Por qué lo dices?

—Porque yo sabía de tu enamoramiento, había veces que eras sumamente obvia... Solo que jamás te lo mencioné —mencionó, haciéndome estremecer y sentir alivio en lo más profundo. Aun así, había algo más que no sabía, y no sabía si debería ser ella quien me lo dijera—. Aun que hay más que no sabes, y no sé si debería ser la persona para decirlo... Él lo hará.

Con eso último, me petrifiqué. ¿Él? Si es el él que pienso, no entiendo qué tendría que decirme.

—Arwen... Sabes que ahora soy muy feliz con Legolas, sabes quién es de hecho... Y todavía falta algo que debo decirte...

Conforme pasó el rato, Arwen quedó sorprendida y completamente feliz con lo que le conté. Ambas caminamos de vuelta para encontrarnos con los demás, ella de picarona a ver a Aragorn, y yo a confesarle lo mismo que le había dicho a Arwen, a Legolas.

Me separé de ella dejándola con su amado, y me dirigí por el pasillo en busca de Leggy. Durante el camino, me topé con varios Hobbits... Corrí cuando vi a Bilbo, él estaba ahí.

De un momento a otro, lo estaba abrazando con felicidad...

—¡Bilboooooo! —grité emocionada—. ¿Qué haces aquí? —Mi sorpresa se hizo más grande cuando vi a Gandalf, pero no iba solo, aun así me acerqué a abrazarlo...

—Pequeña, ¿qué haces aquí? —preguntó.

—Creo que eso ya lo sabes tú muy bien, Mithrandir... —Sonreí ampliamente, y por la mirada que me dio, confirmé que yo tenía razón.

—Podemos hablar —escuché su voz a mi lado, en un susurro. Asentí una sola vez para ir tras él y hablar más privadamente—. ¿Dónde has estado? —preguntó de golpe.

—Con todo respeto, no creo que sea algo que a usted le importe... Pero tampoco es algo que yo no pueda decir. En el Bosque Negro. —respondí. Este resopló.

—¿Por qué te fuiste...?

—Porque me lo pediste... Lo hiciste —comenté, recordando ese día.

—No hablaba en serio... Estaba tan confundido —confesó.

—¿Y a qué planeas llegar con esto? Eso pasó hace muchísimo tiempo, Elrond. Yo, con el tiempo, logré rehacer mi vida... Tú ya no estás en ella. —Aclara.

—Yo lo entiendo, y me lo merezco, pero... —intenta acortar nuestra distancia y pegar sus labios a los míos, pero lo freno poniendo una mano sobre su pecho.

Tiempo atrás, yo hubiera desfallecido porque sus besos devoraran mis labios, porque sus manos me tocaran, que me deseara... Que nuestras respiraciones chocaran. Por tenerlo a él. Pero ahora todo eso no causaba ningún efecto en mí. Porque simplemente ya no lo amaba.

—Elrond, en serio, rehice mi vida. —Me llevo una mano tocando mi vientre con suavidad, mientras sonreía calidamente. Pronto tendría un mini Leggy a mi lado.

—Lo entiendo —habló con sorpresa—. Entonces, te dejo para que...

—Espera... Espera, Elrond —le llamé tomando su brazo para retenerlo—. No quiero irme de nuevo y que sigamos molestos, ¿sabes? O bueno, tú conmigo. Esta vez quiero hacer las paces, por favor... Yo ya no te correspondo, pero tú tienes alguien que te espera, que lleva muchísimo tiempo esperando por ti —comenté. Él pareció entender a quién me refería, por lo que me miró y sonrió, dejando escapar una risa.

—A veces puedo llegar a ser un idiota... Discúlpame tú a mí, ¿puedes? —Escuchar eso me hizo tan feliz. Asentí repetidas veces y este se fue.

Al fin habíamos logrado arreglar todo. Por el pasillo, ya un poco cerca, logré escuchar unos gritos que me llamaban, hasta dejar ver esa cabellera dorada. Era hora de contarle que sería papá...


𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora