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Llego al Bosque Negro, y todos los elfos quedaron prendidos a su belleza...
A cada rato le ofrecen comida, vino, regalos o toda clase de cosas para hacerla sentir cómoda.
– ¿Más vino, lady? – ofrece un elfo, a quien mira sonriendo para no parecer grosera. La situación ya la está cansando y abrumando.
– No seas tonto, Feren... La señorita no necesita vino, necesita alguien en quien acurrucarse – le dice otro elfo presente.
– Lo que necesita es alguien capaz de defenderla de los peligros que amenazan este mundo – suelta el soberano.
– No creo que tanto, si la va a "defender" como a la reina, no creo que... – el elfo no pudo terminar la frase porque el rey, furioso, se lanzó a darle un puñetazo.
La chica mira a todos asustada, se están peleando por ella delante de sus narices. Escucha un suspiro y ve al príncipe llegar al lugar.
– Vaya, yo no tengo tales ofrecimientos, pero... ¿Te gustaría ir a comer pan de lembas conmigo? Fuera de este caos – la chica vuelve a mirar la escena entre los demás elfos, asiente y se va tras Legolas.
Cuando los demás, entre hematomas y rasguños, dejan de pelear, se dan cuenta de que la muchacha ya no está en el lugar.
– ¡LEGOLAAAAAAS! – se escucha la voz de todos gritar el nombre del príncipe, pero este parece feliz arriba de un árbol, saboreando las lembas.
