31- |𝚃𝚑𝚛𝚊𝚗𝚍𝚞𝚒𝚕| 𝚐𝚎𝚖𝚊𝚜

2.4K 188 21
                                    

Mantenía la mirada fija en Thranduil, rogando que parara y dejara en paz a los enanos. Su conversación con Thorin, Escudo de Roble, no había salido para nada bien.

Sentado en su imponente trono, carraspeó y luego pasó sus manos por sus ropas en un intento por alisarlas más de lo que ya estaban. Dejó de hacerlo para al fin dignarse a mirarme.

Me di la vuelta y me senté justo en la esquina de las escaleras. Él no tardó en venir hacia mí y me tomó por sorpresa al verle sentarse justo al lado de mí.

—Deberías regresar a tu trono, ¿no ves que tus ropas se ensuciarán de polvo? — le espeté después de un breve momento de silencio.

—Debería, sí, pero al contrario, vengo y me siento al lado de una niña caprichosa que piensa que cada cosa que hago es por maldad — me dijo manteniendo la postura.

—Diría que lo siento, pero se me hace de mal gusto que lo único que te interese sea ese puñado de gemas — se limitó a mirarme.

—Ese puñado de gemas, como tú le llamas, son reliquias de mi pueblo, pero jamás lo entenderías porque tú no perteneces aquí — sus palabras fueron como veneno directo a mis venas. Se puso en pie pero no se movió de mi lado.

—Para con esto ya, libera a los enanos — me puse de golpe, encarándolo.

—No tienes derecho a darme órdenes — noté un arrebato de rabia en sus palabras. Entre las cosas que jamás debías hacerle al rey Thranduil estaba contradecirlo, darle órdenes, desobedecerle.

Le lancé una mirada fría y retadora. —Ya lo estoy haciendo. Podrás tener a toda tu gente a tu merced, pero tú ya lo dijiste, yo no pertenezco aquí — le escupí las mismas palabras que él había dicho y fui bajando las escaleras, hasta detenerme por el tacto de su mano rodeando mi muñeca.

—¿A dónde vas? No puedes darle la espalda a tu rey — rodé los ojos. ¿Por qué era tan arrogante? En definitiva, no estaba de humor para seguir con esto, así que solo opté por zafarme y continuar.

Thranduil se encontraba realmente molesto. La razón: que Tauriel se fuera desobedeciendo las órdenes que él había dado estrictamente, pero no era su mayor molestia, sino que su hijo se fuera tras ella.

Esperaba a Feren, el elfo que mandó a traer a Legolas de vuelta. Había dado órdenes de que Tauriel no regresara, y eso había provocado que las discusiones entre nosotros no pararan.

Alzó la vista mirando entrar al elfo a la habitación, quien traía la cabeza gacha.

—Mi señor — se inclinó ante él — el príncipe Legolas declinó su orden de regresar — le informó Feren.

Miré los ojos de Thranduil casi salirse de su órbita, mientras tensaba la mandíbula.

—Largo — ordenó a Feren, y el elfo salió lo más rápido que pudo de la sala.

Se levantó de su imponente trono dando largas zancadas.

Días más tarde se le dio el informe de que Smaug había muerto, y los enanos habían logrado su cometido, llegar a Erebor.

Miré a todos lados, elfos se preparaban para salir, la gran mayoría estaban vestidos para, ¿la guerra? Apresuré mi paso mientras elfos subían provisiones y demasiado abasto de comida a los carruajes.

—Thranduil — alcé la voz mirándole a poca distancia hablar con Feren.

—Verifica que todos estén preparados, saldremos en 2 horas — oí decirle a Feren.

—¿Qué está pasando? — pregunté tocando su hombro para volver a llamarle.

—Oh, nada que te incumba — me dijo en tono de burla.

—¿Crees que soy idiota? Thranduil, por favor, dime que no es lo que estoy pensando — supliqué. Esta vez me encontraba realmente preocupada.

—Querida, si te molesta lo que piensas, no deberías hacerlo — esta vez no me molesté en ser "linda" y le tomé del antebrazo haciéndolo retroceder.

—Dime que no harás la guerra por unas estúpidas gemas — grité. Algunos elfos que se encontraban cercanos ignoraron la discusión. Se soltó bruscamente apartándome.

—No son solo gemas, yo las deseo como un dragón desea un gran tesoro. Ni siquiera tú evitarás esto — soltó de arranque.

Me quedé pensando un momento. Había algo oculto, algo, algo, ¿pero qué era? ¿Por qué razón desearía tanto unas gemas como para provocar una guerra? Lo que sabía de ellas es que Thranduil las había mandado a hacer collar, ¿y para qué un collar que él no usaría? A menos que... fuera un regalo... para... Lo averigüé, abrí los ojos con sorpresa y fruncí el ceño.

—Ya sé por qué deseas las gemas — hablé. Thranduil, que me daba la espalda, se giró a verme. —No dejas el pasado atrás.

—Calla ahora y olvidaré tu insolencia — advirtió — no hables. Le miré con determinación.

—Eran para... la reina — miré a Thranduil y me odié por recordarle a su difunta esposa. Sus ojos irradiaban chispas de enojo. Le miré aproximarse hasta mí sintiendo su palma estamparse en mi mejilla.

—NO TIENES NINGÚN DERECHO DE MENCIONARLA — gritó hecho una furia.

Rápidamente me llevé una mano a mi mejilla que me ardía, pero luego miré las pequeñas gotitas de sangre escurrir de mi nariz. Thranduil cambió de expresión a una seria y de preocupación. Lo miré con molestia mientras trataba de contener las lágrimas. ¿Se había atrevido a lastimarme?, a hacerme daño por alguien que ya no vivía.

—Lamento mucho todo, Thranduil, en verdad, pero no puedes seguir aferrado al pasado y a alguien que ya no existe. YO ESTOY AQUÍ, soy de carne y hueso, me hieres, me lastimas. Creo que aún no eres capaz de comprenderlo siquiera. Y aunque te ame, el que esto funcione era parte de ambos, no solo mía. Lo siento, pero no puedo — me llevé la mano derecha a mi mano izquierda y saqué el fino anillo de plata que llevaba.

—No, por favor — habló mirándome — cariño. — Me acerqué y tomé su mano extendiéndola.

—Lo lamento — dije por última vez dejando el anillo en su mano.

Me fui lo más rápido que pude sin mirar atrás, debía impedir lo que se aproximaba.


𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora