60.Rapunzel, devuélveme mi dinero.

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Me jodió marico, me jodió feo. 

El bicho no creyó en naiden; jaló del brazo a Venus y cuando la tuvo lo suficientemente cerca, le dió sendo beso en la boca. Corto pero lo suficientemente.

Naguebona ¿Cómo se atreve? ¿Se quiere morir es la vaina?

Una vez se separaron, yo lo agarré del cuello de la camisa toda arrecha.

—¡¿Cómo pudiste besarla?! ¡¿Te pica ese culo?!

Logan estaba entre muy confundido, molesto, algo alterado y tal vez satisfecho con revelarse.

—¡¿Te pica el culo a ti?! ¡Me dijiste que lo hiciera!

—¡De bolas! ¡Porque pensé que no lo harías!—lo sacudí.

Él soltó mis manos de su camisa y me miró como si estuviera loca. Como éramos el centro de atención y de pana quería formarle su peo, le jalé de la oreja lejos a un lugar más privado.

—¡Bianca!—me llamaba, solo lo ignoré y subí las escaleras dentro de la casa de los Harries.—¡Bianca, para!... ¡Por los dioses, escoge un lugar rápido!

Abrí una puerta y nos metí ahí. Marico, era un gimnasio ¿Que coño? Ya había pasado el gimnasio, estaba en planta baja.

Olvidenlo, los ricos y sus vainas.

Me paré frente a Logan y me crucé de brazos.

—¿Por qué lo hiciste?

Todavía tenía esa expresión de estar lidiando con un lunático.

—Bianca ¿Te diste cuenta de todo lo que pasó allá afuera?—señaló la puerta.—¡Tú lo provocaste!

—¡Solo me estaba jodiendo contigo!—me defendí.—Es algo de lo que deberías estar acostumbrado.

Puso una mueca extraña en su rostro y suspiró, luego pasó sus manos sobre su cara. Ah pues, showsero.

—Tienes razón,—yo sonreí, de balls que la tengo.—te la pasas jodiendome todo el tiempo y no voy a seguir permitiendolo.

¿Y a este que le picó?

—¿Qué quieres decir con eso?—alcé ambas cejas.

—Bianca, eres mi novia y me encanta tu forma de ser, pero a veces actúas muy mal y no entiendo por qué.—me estaba hablando feo, él no puede hablarme feo.

—Logan, no seas pajuo, ni que fuera que pue.—bufé, rodando los ojos.

—¡Eso! ¡Esa actitud!—exclamó, ahora señalandome.—¡Tienes que dejar de ser así conmigo!

Ya va ¿Me estaba ordenando?

No papi, así no son las cosas.

—¡¿Así como?!—grité yo con más fuerza.

—¡Eres una completa bravucona! ¡No pasa un puto día que no me insultes, me empujes, te burles de mí y ahora esto! ¡¿Qué mierda te pasa?!

—¡¿Quieres saber que me pasa?!—coloqué mis manos sobre mi cabeza, pensando seriamente en jalarme el pelo.—¡Te lo diré! ¡Pues así soy yo, Logan! ¡Siempre he sido así y que lastima que no te guste, porque no voy a cambiar por mucho que te ame y no sabes cuánto lo hago por el simple hecho de que si me rompes el corazón la gente no me verá como la patética enamorada!

Marico, luego de decir esto tan rápido y sin pensarlo, respiré varias veces, recuperando el aire. Él webón se me quedó viendo con los ojos pelados y con una expresión de sorpresa, ya ni se ve arrecho ¿Tenía una caraota en el diente o qué vaina?

El mariquito de Logan | Logan LermanOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz