70.Doctora corazones.

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Yo sé que mi vida sexual empezó ahorita a los 21. Pero así como inició, no paró.

Claro, hasta ahora que llevo un puto mes sin ver a Logan y esto de solo videollamadas me va a volver loca.

Ajá, sé que me dirán: mami, es un mes. Controla esa cuca, pareces enferma. En mi defensa, una vez que inicias tu vida sexual, ya no hay vuelta atrás.

¿Y saben que es lo peor? Que puedo escuchar a Lucas y Ana tirar CASI TODOS LOS MALDITOS DÍAS. En esos momentos siempre tengo dos opciones circulando por mi mente:

1. Botarlos de mi apartamento.

2. Ofrecerme para un trío.

Pero claro que sería incómodo tirar con Lucas pues.

—Bianca, cariño, acelera este auto.—me decía el abuelo Max.—Yo sé que soy viejo ¿Pero cuál es tu excusa?

Acabo de tener una salidita tranquila con Max a un café, ya saben, para que respire otros aires y estire las piernas. Como Lindsey ahora mismo está ocupada queriendo montar su tienda de maquillaje y Lucas está en mil cursos; me toca ser la nieta responsable que está pendiente del awelo.

No me molesta, adoro a Max y sus ocurrencias.

—Me gusta disfrutar del viaje.—me encogí de hombros.

—Esa es una linda manera de decir que te da miedo ir a ochenta.

—Cada día nos entendemos más.

—¿Has hablado con Logan? Siempre que intento llamarlo entro es a su perfil.—menciona con frustración.

Yo tuve que reírme en lo que cruzaba una avenida.

—Max, es que no le das al punto exacto de la llamada.—le resumo.—Tu dedo debe estar en el teléfono de la pantalla.

—¿Debo presionar un teléfono dentro de un teléfono? No entiendo esta generación.

Después de ese café, se me antojó como un helado así sabroso ¿Saben? Verga, me pregunto dónde habrá una heladería por aquí cerca.

—Equis, Logan está bien.—le cuento ya que supongo que no ha sabido absolutamente nada de su nieto.—No se han retrasado con nada a pesar de ser un elenco muy revoltoso y parece pasarla chevere recorriendo Inglaterra.

—Si, Inglaterra es lindo cuando no está plagado de Nazis.—menciona casual, mirando por la ventana.—Eso me recuerda a la novia que tuve en mi viaje por Europa, era una Polaca que trabajaba en un circo, bastante flexible si me dejas presumir.

Yo dejé que él siguiera echando el cuento de la loca que se ponía a bailar en telas para entretener soldados mientras me estacionaba Baskin Robbins.

—Tuviste muchas novias ¿Eh, Max?—le dije con picardía, apagando el carro.

—¿De dónde crees que Lucas sacó el encanto?—presumió con orgullo.—Logan también lo tendría si no fuera tan nena.

Admito que me reí.

—Vamos, te compraré un helado.

Salimos del carro y fuimos tranquilamente a la entrada del establecimiento. Nunca he probado estos helados, pero Lindsey me dice que son ricos y como fue la única heladería que encontré Why not?

Me dispuse a hacer la cola para pedir, luego recordé que cargo con un awelito y le iba a decir que nos buscara un puesto. Sin embargo, él llegó primero a mí y tenía cara de que venía con un chisme.

—Es el amigo raro de Logan, está sentado con cara de abandonado en las mesas del fondo.—cuenta, señalando disimuladamente.

Marico si. Ahí estaba Dean.

El mariquito de Logan | Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora