CAPÍTULO 2. RUTINA.

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Pasé unas cuantas horas en el dormitorio de Tig. Acabamos exhaustos y con la respiración agitada, pero cuando se calmó un poco, me hizo un gesto con la cabeza y me dijo sin reparos que me marchara. No todos los tíos estaban preparados para dormir al lado de una chica después de tirársela; y él parecía de esos. Me vestí con rapidez y salí de aquella habitación cerrando a mis espaldas. Suspiré y caminé hacia la barra, dándome cuenta de que me dolía un poco al andar. Me serví yo misma una cerveza helada y, al dejarme caer sobre uno de los taburetes me sobresalté al ver a Chibs en la penumbra, recostado en uno de los sofás.

- Lo siento. Tenía la garganta reseca.

Él le dio una calada a su cigarrillo y me lanzó el paquete para que tomara uno. Suerte que mi mechero seguía en el bolsillo de mis vaqueros y no en el suelo del dormitorio de Tig.

- ¿Cuánto tiempo llevas en Charming?

- Unos días. Menos de una semana.

- ¿Y dónde has dormido?

- En mi coche. – respondí algo avergonzada. Ni si quiera tenía dinero para pagarme un hotel. Además, así no perdía tiempo en el caso de que tuviera que salir huyendo. – No me decidía a entrar al taller. Me asustabais un poco.

Chibs no sonrió, pero por lo menos mantenía un semblante tranquilo. Era entendible; me estaban poniendo a prueba. No podía esperar que nada más llegar al club me trataran como si llevase toda la vida con ellos.

- ¿Y tu ropa o tu equipaje?

- Lo poco que tengo está en mi maletero.

Pegó una larga calada y luego apoyó la espalda en el sofá antes de soltar todo el humo en un suspiro.

- Deberías dormir un poco. – me sugirió. – Hay un cuarto libre. Al fondo a la izquierda. Te servirá por el momento.

No hablamos más. Me terminé la cerveza y el cigarrillo y me despedí de él con una pequeña sonrisa y un "buenas noches". La habitación estaba algo desordenada, lleno de posters de chicas con poca ropa y motos. Podría pertenecer perfectamente a cualquiera de ellos. Me quité los pantalones y me acosté sobre aquel colchón más cómodo de lo que imaginaba. Aun estando en terreno desconocido, no tardé en caer dormida.


Me desperté como nueva. No sabía la hora pero sí que el sol ya entraba de lleno por la ventana de la habitación. Me aseé un poco y luego me vestí. Al parecer ninguno de los Hijos había venido a buscarme. Crucé toda la sala vacía hasta llegar a la puerta que daba al taller y una vez allí oí sus voces.

- Era deliciosa. Cintura pequeña, caderas anchas y una buenas tetas. – suspiraba Tig, tan emocionado como un niño con un juguete nuevo. Me asomé un poco mejor y pude ver que Chibs, Juice y Jax le escuchaban con una amplia sonrisa. – Es increíble. Hemos hechos muy bien en quedárnosla.

- Te brillan hasta los ojos, Tiggy. – se mofó Chibs, dándole un par de palmadas en la espalda.

- No podrás comprenderme si no lo pruebas. – prosiguió. – Parece joven, pero tiene mucha experiencia. Sabe muy bien como complacer a un hombre. Y estaba tan mojada... lo disfruta de verdad.

Oí pasos a mi espalda y me aparté de la puerta como si fuera a estallar una bomba. Era Medio Huevo, quien me observaba planteándose si me había vuelto loca.

- ¿Te encuentras bien? – cuestionó.

- Sí, perfectamente. Solo estaba...

- ¿Escuchando sus conversaciones? – inquirió. – Es normal. Ni si quiera yo puedo evitar la tentación de escuchar de vez en cuando por esa puerta.

IN LOVE & HOPELESS | SONS OF ANARCHYOù les histoires vivent. Découvrez maintenant