CAPÍTULO 26. UN DÍA DE TREGUA.

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Me desperté igual que me había acostado: con Juice abrazado a mi cuerpo. Precisamente por eso tuve que moverme muy sigilosamente para poder salir de esa cama sin despertarle. Me encontré con Russell en la cocina terminando de hacer el desayuno y tras saludarnos me sirvió un plato y una café. Tampoco tuvimos mucho tiempo para relajarnos, porque Russell comentó que tenía varios asuntos de los que encargarse y que pasaría fuera la mayor parte del día. De cualquier forma, me recordó que podía llamarle en caso de que sucediera cualquier tipo de emergencia.

Aproveché la siguiente hora para revisar mis mensajes y comprobar que aún seguíamos a salvo. Luego tomé una ducha y tras vestirme regresé al dormitorio en el que Juice seguía durmiendo plácidamente. Ahora que ya estaba bien entrada la mañana, puede que fuera hora de despertarle. Lo hice con cuidado, sentándome en un borde y comenzando a repartir suaves caricias en su cabeza y su nuca.

- Venga, Juice, es hora de salir de la cama. – susurré. El chico soltó un profundo suspiro y se desperezó con lentitud.

- ¿Es necesario? – cuestionó.

- No puedo consentirte tanto. – me reí. Juice tardó unos segundos más en abrir los ojos y cuando lo hizo era incapaz de quitarme la vista de encima. – ¿Qué ocurre?

- Que no me he despertado en la cárcel. – contestó elevando una de las comisuras de sus labios. – Anoche me planteé que fuera todo una alucinación.

- Esto es totalmente real, Juice. – le aseguré. El chico apretó los labios y asintió para después incorporarse. – Venga, ven a desayunar.

Tampoco es que tuviera mucho apetito, pero por lo menos accedió a que le prepara unos huevos revueltos con un par de tostadas. Le expliqué que Russell regresaría al anochecer y luego nos salimos al porche para disfrutar de los rayos de sol. Juice tenía la taza de café entre las manos y no tardó en cerrar los ojos relajando el rostro por completo; el caso es que su calma no duró demasiado.

- Jax y los demás me buscan, ¿no?

- Por el momento no. – respondí. Me había dado cuenta de que no era un niño y no podía tratarlo como tal, así que era hora de involucrarle en la realidad. – Les aseguré que podíamos hacer tratos que les beneficiaran a cambio de dejarte libre, pero no sabré con seguridad si aceptan o no hasta que no pongan en orden sus asuntos con el resto de bandas.

- ¿Y eso cuándo será?

- Imagino que pronto. – acoté. – Estas cosas no tardan tanto tiempo en solucionarse.

Juice asintió y después tomó una gran bocanada de aire.

- Pase lo que pase, por lo menos he podido sentir una vez más lo que es ser libre. – masculló con la vista perdida en el fondo de la taza. – Habría sido una mierda morir en la cárcel.

Era obvio que a nadie le gustaría morir en un sitio como ese y a mí se me hubiera partido el corazón si hubiese sido incapaz de sacarle de allí a tiempo.

- ¿Cuánto sabes de lo que ocurrió ahí adentro? – me preguntó con repentina curiosidad.

- Los policías son fáciles de comprar. – le aseguré, aunque no eran baratos. – Sé gran parte de lo que hizo Tully por el club y de vuestra relación ahí adentro.

Juice torció el morro y me mantuvo la mirada por unos segundos más. No quería decirlo explícitamente, pero ambos sabíamos a qué nos referíamos.

- Tully me visitó varias veces. Y los chinos una. Fue cuando me dejaron la cara así. – se confesó. Notaba su voz hierática, aunque de alguna forma sabía que de esa forma conseguía camuflar el dolor. – Tal vez mi culo me haya regalado las horas de vida que necesitaba.

IN LOVE & HOPELESS | SONS OF ANARCHYWhere stories live. Discover now