CAPÍTULO 27. EL ACUERDO.

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Los días siguientes fueron un tanto extraños. En las siguientes horas supimos más detalles sobre los asuntos que rodeaban la muerte de Jax: al parecer su club le había sentenciado al voto de la muerte por asesinar al presidente de otra de sus filiales; y cuando lo iban a ejecutar, Jax había escapado y se había estrellado contra un camión en su huida.

Cabía resaltar que tanto a Juice como a mí nos sonaba todo bastante raro. Puede que el club se hubiera visto forzado a votar la muerte de Jax por haber matado a otro de los Hijos, pero no era propio de él escapar ni tampoco era tan idiota como para que otro vehículo lo arrollase. Era muy posible que hubiese mucha más historia detrás de eso, pero nada cambiaría el hecho de que Jax estaba muerto. Ahora Chibs era el presidente de la filial y Tig su vicepresidente.

Esperamos durante días a ver si alguno de ellos contactaba con nosotros. Estábamos más alerta y Juice se planteaba la posibilidad de que los chicos aparecieran y destrozaran la cabaña hasta no quedar nada. Dejamos que pasara el funeral al que obviamente no asistimos porque no seríamos bien recibidos; y a su vez no me separaba de mi móvil porque confiaba en que en cualquier momento sonaría. Una semana más tarde me planteé la posibilidad de llamarles yo incluso, pero no era lo que procedía. Eran ellos quienes debían mover ficha, no yo. Finalmente, la mañana en la que se cumplía medio mes después de la muerte de Jax, mi teléfono sonó.

- Tenemos que hablar. – distinguí el número de Tig y su voz al otro lado. No parecía de muy buen humor. – El club ya sabe toda la verdad.

- ¿Y bien?

- Chibs quiere verte.

- ¿Estoy en peligro? – cuestioné. Durante segundos no tuve respuesta y me temí lo peor, pero finalmente Tig cogió aire y lo dejó escapar con pesadez.

- No. Creo que no. – masculló. – Por lo menos de momento.

Dejé a Russell en la cabaña al cuidado de Juice, quien por cierto insistió en que no podía ir sola, pero que él me acompañase era una locura aún mayor. Si el club estaba furioso y dispuestos a continuar con su venganza, que él apareciera vivito y coleando sería lo peor que podríamos hacer. Aun así, Juice me abrazó en el porche antes de que me subiera en el coche y me pidió que tuviera mucho cuidado.

Llegué al sitio en el que me habían citado a primera hora de la tarde: el estudio en el que ahora grababan sus películas porno. Seguía llevando mi arma en el bolso, como siempre, pero cada vez que me cruzaba con ellos deseaba con más fuerzas no verme obligada a sacarla. Rata, su integrante más joven, ya me esperaba en la puerta con los brazos cruzados. Ni si quiera me saludó, solo me guio hasta el interior y antes de darme cuenta ya tenía una pistola apuntándome a la cabeza. Era Chibs, por supuesto. Al instante levanté las manos en son de paz.

- Quítale el bolso. – le ordenó a Rata, aunque fui yo misma quien se lo entregué. – Estoy harto de verte por aquí, Jane.

- Pensaba que eras tú quien me había citado.

- ¿Crees que puedes llevarte a nuestro traidor y esconderlo cuando le habíamos sentenciado a muerte? – cuestionó de mala gana. Tig y Happy entraron por la puerta en esos momentos y de reojo noté que se sorprendieron ante tal escenita. – Deberíamos haberte matado la última vez que estuviste en Charming.

- Podemos hacer negocios, Chibs. Buenos negocios. – mascullé tratando de mantener un tono de voz conciliador. – Es lo mejor para el club.

- ¡No sabes una mierda sobre lo mejor para este club! – gritó, por lo que asentí y bajé la vista al suelo. Fue Tig quien avanzó varios pasos hasta colocar su mano sobre el hombro de Chibs.

- Baja el arma, hermano. – le pidió. – Dijimos que lo hablaríamos primero, ¿no?

No sirvió para que Chibs dejara de dedicarme esa mirada asesina, mas tras casi un minuto en el que pensé que era probable que apretara el gatillo, apartó la pistola y volvió a guardársela en los pantalones.

IN LOVE & HOPELESS | SONS OF ANARCHYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora